martes, 14 de febrero de 2012

Un regalo para Eusebio

Un año más y no sabía qué regalarle. Los bombones estaban descartados porque en la última analítica a Eusebio le había salido el azúcar un poco alto. El tabaco, ni olerlo, que bastante le había costado desengancharse de la maldita cajetilla de Ducados.

En aquella tarde exageradamente fría de febrero, Lucia miraba con desesperación el escaparate de aquel bazar chino que habían instalado junto a la rotonda. La pensión no daba para mucho, así es que tenía el presupuesto muy ajustado. Nada de aquello le interesaba: planchas de pelo de dudosa calidad, budas plateados de ojos saltones, peluches que abrazaban corazones donde decía te amo, y aquel horrible gato dorado que movía el brazo con insistencia paranoica.

Lucía sintió que un nudo se formaba en su garganta. Eusebio ya no la reconocía, Desde hacía dos años en su memoria habían surgido lagunas tan grandes como océanos. Ahora su mirada estaba perdida en un tiempo remoto donde las realidades habían sido sustituidas por fantasías ajenas y confusas.

De pronto tuvo una idea. Había pensado en algo que estaba segura le gustaría y sabía donde encontrarlo. Tendría que ir al centro de la ciudad y, a pesar de que los años le pesaban en las piernas como columnas de hormigón, decidió que valía la pena cansarse un poco más. Sólo Dios sabía cuál sería el último San Valentín que podía pasar junto a él.

Cogió el autobús de la línea 6 y tomó asiento junto a la ventanilla. La poca gente que había a su alrededor se arrugaba dentro de sus abrigos y ocultaba su boca bajo bufandas de cuadros y floreados pañuelos de algodón. El silencio, excesivo, sólo estaba roto por las risas de un par de adolescentes y el llanto de un niño que hacía toda clase de esfuerzos inútiles por salir de su cochecito.

Casi media hora más tarde, Lucia llegó a su destino. No sentía las manos y presentía que su nariz estaba roja como un pimiento. Hacía frío, Europa entera estaba sepultada bajo una capa de nieve, y el aire que llegaba del norte helaba hasta las buenas intenciones.

En cuanto lo vio en el escaparate, supo que aquel iba a ser su regalo. Una reproducción en miniatura de un caza inglés de la segunda guerra mundial. El dependiente le dio un sinfín de explicaciones técnicas e históricas que ella no entendió, pero fingió entender mientras asentía con la cabeza. Lo pagó y pidió que se lo envolvieran para regalo. Eusebio adoraba los aviones de combate, y cuando sus manos eran algo más que unos apéndices artrósicos, había construido diminutas reproducciones de los aviones que habían sobrevolado el cielo del continente durante la contienda mundial. Desde muy joven había querido ser piloto, pero su madre no se lo había permitido. Decía la mujer que aquella era una profesión muy arriesgada y con poco futuro. Con el tiempo, Eusebio acabó trabajando en Correos, donde había consumido su vida entre cartas de amor y recibos de luz.

El autobús de vuelta llegó pronto, estaba medio vacío y cogió casi todos los semáforos en verde. La calefacción estaba puesta y el asiento era tan cómodo que Lucía estuvo a punto de caer dormida.

Cuando llegó a casa escuchó la voz de él que le hablaba desde el salón.

- ¿Antonia?

La llamaba Antonia desde hacía años. Ella desconocía la razón, pero tampoco le importaba.

- Ya estoy aquí - dijo mientras se quitaba el abrigo con dificultad- He ido al centro.

- ¿Al centro?

- Te he comprado un regalo, Eusebio.

- ¿Por qué?

Porque hoy es el día de los enamorados. Ábrelo.

El hombre cogió el paquete con sus manos torpes y lo fue abriendo lentamente. Al ver lo que contenía, su mirada se iluminó como la de un niño de primaria cuando ve su primera videoconsola.

- ¡Es un caza de combate!

-¿Te gusta?

Eusebio estaba exultante de alegría.

- ¿Cómo no me iba a gustar?¿te he contado alguna vez que con este avión sobrevolé la Alemania nazi? Era un día con mucha niebla y nuestro objetivo era fotografiar un almacén de artillería. ¿Te lo he contado?- preguntó ansioso-

- Cuéntamelo otra vez.

Y lucía se sentó junto a él para escuchar una vez más la historia de un sueño. Ahora, después de tantos años, comprendía lo que era el amor.

3 comentarios:

  1. !!!SOBERBIO AMPARO. ME LO LLEVO PARA EL BLOG!!!

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  2. Te dejo el enlace de como ha quedado Amparo.

    Un abrazo cariño.


    http://labolsadelmercader.wordpress.com/2012/02/14/un-regalo-para-eusebio-por-amparo-puig-valdes-cuento-corto/

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  3. ¡ Qué maravillosa inventiva !
    Tiene un ritmo perfecto en la narración.
    Me ha gustado mucho. Precioso.

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