Veníamos de un entierro, hace tanto tiempo que ya no recuerdo de quién. Dentro del coche reinaba ese silencio tenso y triste que sigue a los sepelios. De repente, alguien se puso a cantar:
Qué bonito es un entierro con sus caballitos blancos y sus caballitos negros..." ¿Asociación de ideas? ¿miedos encubiertos? Todos nos quedamos mirando con asombro a nuestra amiga hasta que ella murmuró una disculpa un tanto aflijida. Después vinieron las primeras sonrisas, tímidas, asombradas, inevitables, y luego ya las carcajadas limpias, ansiadas, a destiempo, esas carcajadas incontroladas que hacen correr lágrimas por la cara y te ponen al borde de la asfixia.
¿Nunca os ha pasado? Sentir que la risa, como lava volcánica, como vómito indeseado, aparece en el peor de los momentos, en el más dilatado de los silencios, desafiando incluso nuestros propios principios de respeto y educación.
Y es entonces cuando decimos: "casi me muero de risa", y es que entre carcajada y carcajada apenas hay tiempo para respirar. Pero esta frase no es simplemente una forma de hablar coloquial ya que a lo largo de la historia podemos encontrar numerosos ejemplos de personas, de todas las edades y condiciones sociales, que, realmente, han muerto de risa.
Se cuenta que en el siglo III a. d. C el filosofo griego Crísipo murió de risa después de emborrachar a su asno y ver cómo éste trataba de alimentarse comiendo unos higos. Personalmente sospecho que el buen Crísipo estaba tan borracho como su burro.
Según algunas fuentes, en 1599 el rey de Birmania murió de risa al escuchar de boca de un mercader italiano que Venecia era un Estado libre en el que no había rey.
En 1410, Martin I de Aragón murió de risa mientras su hermana le contaba un relato erótico festivo, aunque también hay otra versión que afirma que fue la suma de una mala digestión y un ataque de risa.
Y así habría mil ejemplos más. Pero, ¿por qué razón se puede llegar a morir de risa? Según fuentes médicas, cuando alguien se ríe, aumenta el ritmo del corazón, pero si la risa se prolonga en el tiempo, el corazón puede llegar a no resistir y se llega a un ataque cardíaco. Además, otra causa de muerte por risa puede ser debido a la asfixia que provoca la exhalación de aire sin oportunidad de inhalación.
Sin embargo, y a pesar de todos estos inconvenientes, pienso que es mejor morir riendo que vivir llorando, sobre todo después de conocer las numerosas ventajas de la risa. Según diversas fuentes internéticas, la risa equivale a un ejercicio aeróbico y disminuye la presencia de colesterol en la sangre. Además, al aumentar el ritmo cardíaco, estimula la liberación de las endorfinas, que a su vez mantienen la elasticidad de las arterias coronarias. Y por si esto fuera poco, la risa ayuda a reducir la glucosa en sangre y favorece la digestión. Desde un punto de vista anímico, la risa contribuye a aplacar la ira, produce un cambio de actitud mental que favorece la disminución de las enfermedades, y nos libera del temor y de la angustia, al tiempo que reduce el maldito stress.
Así que reid benditos, que para llorar siempre estamos a tiempo.
Pero no os encanéis porque ese puede ser el principio del fin.