sábado, 26 de diciembre de 2015

Incomunicación navideña


Hala, pues ya está, ya ha pasado la Nochebuena y la Navidad. Toda la mañana fregando el despropósito de platos, vasos, bandejas y bandejillas que nos dejó la noche. Y no, no tengo fregaplatos porque es una máquina que no me acaba de convencer. Pero vamos al tema que hoy me perturba: la comunicación en Navidad. 
En un tiempo muy muy lejano, había la costumbre de enviarse tarjetas de Navidad, incluso los bancos y los grandes almacenes lo hacían. Y eran tantas las tarjetas que llegaban a casa, que mi madre ponía cintas de raso en la puerta basculante  del vestíbulo, y allí iba pegando las tarjetas que iban llegando. Al llegar Reyes la puerta ni se veía. 
Luego, todos nos volvimos un poco más cómodos y decidimos que era más sencillo, e incluso más barato, llamarnos por teléfono. Era un placer escuchar las voces amadas que llegaban desde mil sitios diferentes. Espera que ahora se pone el papá. Espera que quiere hablar el chiquillo. Y hablábamos todos mientras decíamos "déjame a mí que tú ya has hablado bastante" y frases por el estilo. No hace falta decir que el fenómeno "teléfono móvil" no había aparecido y que, por lo tanto, llamábamos desde casa mientras veíamos en la tele el programa navideño de la 1.
Y pasó el tiempo inexorable. Las tarjetas postales dejaron de llegar. Con un poco de suerte nos felicitaban los grandes almacenes y la aseguradora del entierro. Al buzón sólo llegaban las cartas del banco y la propaganda del Carrefour.
Y cuando pensábamos que  las cosas no podían ir peor, hicieron su aparición los móviles y las redes sociales. Pero entonces no sabíamos que aquello era el principio del fin.  Las llamadas de teléfono se vieron sustituidas por breves mensajes de "Feliz Navidad" aunque el emisario viviera a cien metros de tu casa.  O sino, un simple vídeo prefabricado y hortera publicado en Face y reenviado por medio planeta. Lo soportamos con paciencia mientras esperábamos ansiosos que llegara una postal de Navidad o que, al menos, sonara el teléfono. Pero no. 
Y el colmo de los colmos, el no va más, la intolerabilis invention, llegó a nuestras vidas con todos los honores de su propia decadencia: el wassap, ese maldito invento que nos aleja de todos cuando creemos que nos acerca, esa aplicación demoníaca que nos sume en la más absoluta de las soledades. Ahora ya ni dulces tarjetas pintadas por Ibañez, ni llamadas telefónicas, ni mensajes, ni postales de casitas nevadas en el Face. Ahora sólo esos horribles vídeos creados por mentes enfermas en los que cuatro muñequitos, a cuál más espantoso, dan brincos en la pantalla mientras cantan la marimorena.
No puedo más. Me rebelo contra esa malsana y extendida costumbre y a partir de ya -aviso a navegantes- voy a borrar todos esos vídeos  sin abrirlos. Si alguien quiere felicitarme la Navidad o el Año nuevo que, al menos se tome la molestia de escribir un texto, de expresar sus buenos deseos con palabras, de plasmar sus sentimientos con cercanía. 
El afecto y el cariño  sólo  se mide con el tiempo que entregas a los demás. Lo demás son cuentos chinos. 

15 comentarios:

  1. Ante todo: ¡Aleluya ! Por fin. Por fin has vuelto a escribir. Ha sido todo un mes mirando, mirando, a ver si aparecía otro artículo.
    ¿Para cuándo la esperanza? ¿Para cuándo el artículo?
    Pero ha llegado.
    Sí. La vida se ha despersonalizado, deshumanizado. Somos meras máquinas.
    Feliz Navidad.
    Es un comentario redondo. Me gusta.

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    1. Gracias Elías. Disponemos de muchos medios para comunicarnos pero nos comunicamos menos. Desde aquí te deseo lo mejor para el próximo año: salud y felicidad.

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  2. Justamente hoy me he dado cuenta que sólo he recibido dos tarjetas navideñas y llevas mucha razón en todo lo que dices de principio a fin.

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    1. Hola Tracy. Yo no he recibido ninguna, ya ves. Es que cuesta mucho eso de comprar la tarjeta, escribirla, meterla en el sobre, ponerle un sello y llevarla al correo. Qué cansancio. Con lo fácil que es el maldito wasap...

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  3. Jeje, ¡muy bien dicho!
    Pues ya que estamos te deseo felices fiestas Amparo, y mis mejores deseos para el año que viene, que te traiga mucha inspiración para seguir con tus letras, y que no pierdas esa chispa reivindicativa que te caracteriza.
    Un abrazo
    :)

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    1. Gracias Ana. La familia, el trabajo. el día a día me deja apenas sin tiempo, pero habrá que seguir buscando un hueco para poder escribir. Que tengas un felicísimo año.

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  4. Es una pena, Amparo, esas costumbres de antaño se han quedado en el olvido... la tecnología se las ha borrado.

    Concidencialmente, en mi entrada anterior me refiero a las tarjetas postales.

    Abrazos.

    Abrazos.

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    1. Sí Rafael. Entre los que estamos muy lejos, la tecnología nos ayuda a estar más cerca, pero entre los que estamos muy cerca, la tecnología nos aleja. Hay que recuperar la cercanía de antaño.

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  5. Qué verdades más grandes... el whatsapp es un invento maldito, tiene enganchado a todo el mundo y a mi me pone frenética, es más, me molesta. Solo leo los mensajes de mis hijas por si ocurre algo. La tecnología avanza, pero destroza las tradiciones, yo solo he recibido dos tarjetas y una es del C.Inglés.
    Felices fiestas Amparo y un abrazo cariñoso.

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    1. Ya ves, yo ni la de corte inglés y eso que tengo tarjeta. Con el wasap te llevas cada decepción, sobre todo en los grupos. Pero a pesar de ello, feliz año nuevo. A seguir luchando por nuestros sueños. Un abrazo.

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  6. Joder, que bien lo has explicado.
    Es tal como dices. Clavadito.

    A ver, a mí no me afecta ya todo esto porque paso de la navidad y de la mayoría de la gente, familia incluida, pero ciertamente los avances tecnológicos nos están deshumanizando... más que personas parecemos robots ya.

    Besos y gracias por este post tan acertado.

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    1. Hola Toro. Yo soy poco de tradiciones pero cuando llega estas fechas echas de menos una visita, una llamada... Entonces te ponen los muñequitos brincadores en el wasap y te entra agonía. En fin, es lo que hay. Feliz año, Toro.

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  7. Es verdad lo que dices, todo va evolucionando y seguramente a peor en cuanto a comunicación directa. Pero también es verdad que a veces echamos de menos que alguien nos envíe aunque sea unos muñequitos felicitándonos la Navidad...
    Pasó la Navidad y ahora es cuestión de desear un Feliz Año Nuevo!! Abrazos

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    1. Nos hemos hecho muy cómodos y la tecnología nos ha ayudado a ello. Yo, desde mi humilde blog, te deseo un año bueno, tranquilo, feliz y sereno. La soledad indeseada es una enfermedad de estos tiempos modernos. Un abrazo.

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  8. Amparo, qué acertada reflexión que desde luego comparto. A veces whatsapp puede resultar un arma de doble filo, un auténtico veneno.

    Te deseo toda la felicidad y que tus sueños se vean cumplidos en el 2016 :-)

    Un beso.

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