Recorrieron cientos de kilómetros persiguiendo una estrella. Lo cierto es que no eran reyes ni magos, Eran astrónomos, friquis, adorables friquis capaces de alcanzar una luz en el desierto. Probablemente, pasaron mucho calor durante el día y mucho frío durante la noche, pero siguieron adelante. Algo les decía que aquella estrella les llevaría a algún lugar, quizás anteriormente presagiado. Acamparon en diminutos oasis, islas de vida perdidas en el árido desierto. Cuidaron a sus camellos y los alimentaron. Se enzarzaron en largas conversaciones sobre el Universo al calor de una hoguera.
Luego, cuando encontraron al niño, le dieron cuanto tenían: oro, incienso y mirra. Lo observaron con ternura mientras hablaban con María y con José.
Quizás es esa la magia de la navidad, ese espíritu que nos afanamos en buscar y que se esconde reacio entre neones cegadores y ofertas publicitarias.
Caminar en busca de alguien, acercarse a ese alguien y entregarle cuanto tenemos. Posiblemente, no poseamos oro, pero podemos ofrecer palabras. Es posible también que no tengamos incienso, pero podemos ofrecer sonrisas. De la mirra ni hablaros quiero porque ni sabríamos encontrarla, pero, en cambio, podemos ofrecer abrazos.
Así que para todos vosotros, queridos y fieles lectores: palabras, sonrisas y abrazos.
Y si alguna vez tengo oro, ya os doy un toque.
Abrazos, para todos los que te leemos. Sonrisas, espero y deseo que sigas teniendo la sonrisa tan limpia y contagiosa como hace... ya demasiado tiempo. En cuanto a las palabras, que no te canses de escribirlas, para que las podamos leer.
ResponderEliminarEn cuanto al oro, si lo encuentras, mejor no me lo digas, no lo quiero. El oro, el becerro de oro, al final todo lo corrompe. Basta con el pan nuestro de cada día.
¡¡¡ FELIZ NAVIDAD !!!
Un fuerte abrazo.
Desde que me rompí la pierna tengo la sonrisa un poco helada, pero supongo que volverá a caldearse. Y respecto al oro, ya sabes que no soy ambiciosa, o sea que no creo que lo encuentre. Está claro que el becerro de oro y su hermano, el becerro del poder, corrompen hasta el infinito. Que pases una feliz Navidad con toda tu familia.
EliminarY además eran cuatro. Abrazos para ti de colores, en racimo, en un capacho mezclados con flores, abrazos ilusionados, abrazos risueños. Saltibrincos
ResponderEliminarPues supongo que ese cuarto "mago" es el que traería los saltibrincos. Abrazos esperanzados para tí, Ester.
EliminarAbrazos, sonrisas y palabras.
ResponderEliminarPara qué más?
Besos.
Desde luego. Abrazos cálidos, sonrisas sinceras y palabras sentidas. ¿Para qué más?
EliminarMuy buenos ofrecimientos, muy cercanos y cariñosos. Me quedo con todas tus ofrendas, la sonrisa, los abrazos y las palabras, y a cambio te ofrezco yo otras: no dejes de seguir esa estrella, que ella te siga iluminando.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Ana. Todos perseguimos una estrella sin saber el destino. Quizá ahí esté la gracia. Que pases una feliz navidad y a seguir escribiendo.
EliminarGracias por despojarlas de lo superfluo, por sacar a la luz esa magia, tan pequeña y valiosa.
ResponderEliminarRecojo con mucho gusto tu ofrecimiento y te dejo el mío, más palabras sinceras y sentidas, muchos abrazos y una gran, gran sonrisa, para estos días y para todos los que les sigan. Es un placer y un privilegio poder contarme entre tus seguidores.
Para que no falte de nada: muchos besos, Amparo
Igualmente, el privilegio es mío al seguirte a tí. Desde que estoy con la pata estropeada me he dado cuenta de que la solidaridad no puede ser cuestión de unas fechas y de que, además, una simple llamada puede alegrarte un día entero. Esa debería ser la magia de todos los días del año. Que durante el 2015 sigamos leyéndonos.
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