lunes, 22 de diciembre de 2014

Entre las páginas de un libro.


Hace unos años, mi primo Josep Joan M. Sanchis-Puig, escritor y profesor de filosofía, hizo un extenso trabajo de investigación sobre la figura y la obra de Joan Baptiste Pastor Aycart, escritor, medico rural y antepasado de ambos.
Fueron meses los que dedicó a desentrañar la historia de sus letras, de ejercer de ratón de biblioteca, de entender la letra de médico de aquel hombre que llegó a ser una figura importante de la Renaixença valenciana, junto a Teodoro Llorente.
Pues bien, una tarde de invierno que pasaba recluido en el museo municipal dedicado al poeta Pastor -que se halla en Beneixama, población en la que nació y vivió-, Josep encontró algo entre las páginas de un manuscrito. Se trataba de un mechón de pelo, de un largo mechón de pelo que, según los datos adjuntos, pertenecía a la primera esposa del poeta, fallecida en la terrible epidemia de cólera que asoló Alicante en el año 1854.
Un mechón de pelo que había permanecido entre las páginas de un libro más de cien años. 
Mas de uno -espero-, se estará preguntando a qué viene todo esto. Lo explico. Cuando Josep Joan nos contó esta anécdota, yo pensé en la cantidad de cosas que puede uno encontrarse entre las páginas de un libro: esa foto que creías perdida, un recordatorio de la primera comunión, una servilleta de papel donde apuntaste aquel teléfono, un verso improvisado a pie de pagina...  Pequeños o grandes recuerdos que quedan prendidos como broches imperecederos a esas paginas que algún día olieron a tinta nueva. 
Y después pensé en ese moderno y extendido invento llamado  ebook, ese vomitador de palabras que apenas ocupa lugar, ese invento perverso del cual se dice que algún día acabará con los libros en papel.
Me niego a creerlo. No quiero que eso suceda aunque presiento que puede ser posible. ¿El fin de una época? 
Este verano, por motivos de trabajo, tuve que desplazarme de la ciudad al pueblo y viceversa más a menudo de lo que hubiera deseado. Iba en tren, un regional exprés que tenía su destino final en Cartagena y del que yo bajaba en Villena. En los vagones, mayoritariamente habitados por gente joven, la gente charlaba, escuchaba música con auriculares o jugueteaba con sus móviles. Pero alguno - más de uno, por supuesto-, leían en su ebook. De hecho, mas de una vez comprobé que la única que leía un libro en papel era yo. Era yo la única que podía escuchar el sonido de las páginas al pasar; era yo la única que podía oler el perfume - sí, perfume- a tinta nueva; era yo la única que podía acariciar el lomo suave de aquella publicación que se mecía entre mis manos.Y me inquietó ver a mi alrededor esa amalgama de literatura táctil, me disgustó esa invasión tecnológica que asfixiaba la existencia de mi libro en papel. 
Pero supongo que el progreso tiene su precio y, más pronto o más tarde, hay que pagarlo. Sin embargo, yo seguiré yendo a la biblioteca de mi barrio para husmear entre las estanterías. Y seguiré comprando libros en papel mientras mi cabeza sea capaz de entender y mis ojos capaces de leer. De igual forma, puedo aseguraros que los libros que hoy inundan mi casa permanecerán en las estanterías mientras a mí me quede un aliento. Es posible que dentro de cincuenta o incluso cien años, alguien encuentre entre sus páginas amarillas, un mechón de pelo, una estampa de la primera comunión, un verso, una flor seca o simplemente un mensaje:  No podéis ni imaginaros qué bien huele un libro de papel recién comprado.

Nota de la redactora: Josep Joan Martinez Sanchis-Puig, que escribe con el pseudónimo de Joan Benesiu, ha publicado: Mes enllà de la poesía (biografía de Joan B. Pastor Aycart): Intercanvi, premio Blai Bellver de Narrativa 2007 y Els passejants de l´illa de Xàtiva, además de numerosos relatos.  








6 comentarios:

  1. Sí, lo que dices es muy cálido, muy entrañable, muy querido para mí.
    No tengo ebook (mi mujer, sí), ni creo que lo tenga nunca. No me gusta,
    Prefiero tocar el papel, sentir el papel, oler el papel.
    Pero no podemos ir contra la historia, contra el devenir de la Historia. Empeñarnos en parar el progreso, en detener la tecnología sería como querer para las olas del mar. Eso sería como si ahora viéramos a alguien que se aferra a un pergamino.
    El relato, como todos los tuyos, genial.

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    1. Yo tampoco creo que lo tenga nunca. Es tan bonito ir a una librería y salir con un buen libro bajo el brazo...Espero no ver con mis ojos la desaparición del libro. Mientras tanto, a escribir. Feliz navidad, Elías.

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  2. Yo lo compagino, el olor del papel, el tacto y hasta el peso, un libro de palel tiene magia. tambien me gusta escribir en un blog, con boli. Pero reconozco que si me voy de vacaciones no necesito cargar con tres libros y lo que pesan mientra que en la tablet puedo llevar muchos mas. Un abrazuco

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    1. Yo ni he tocado un e-book. A mí también me gusta escribir en un bloc, a mano, en el revés de un sobre, o en lo que pille. A veces he escrito en papeles sueltos y lo he perdido. En fin, trataré de ser más ordenada el año que viene. Abrazos.

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  3. Yo pensaba como tú.
    Hasta que lo probé.
    Y no hay color.
    Tienes el diccionario incorporado, no pesa nada, no castiga la vista pues no es pantalla retroiluminada, no destrozas árboles, y puedes llevar encima montones de libros.

    Besos.

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