jueves, 8 de agosto de 2013

La noche de las uñas largas



Siempre he sido dócil, sumisa. dulce, obediente, fiel, femenina y serena. Vamos, lo que suponía que se esperaba de mi. He cuidado en todo momento mi imagen y mi figura, a pesar de mis cuatro partos, todos ellos satisfactorios. He sido hembra de un sólo macho y he esperado siempre lo mismo de él. Los que me conocen bien, saben que soy un caramelo, una perita en dulce, una princesa de ojos verdes. Pero siempre llega un día -en este caso mejor decir una noche,- que las princesas nos volvemos fieras, los caramelos, amargos, y decidimos que ha llegado el momento de poner nuestros fértiles ovarios sobre la mesa. 
Y esa noche que quisiéramos que nunca llegase fue anoche. Habíamos salido a dar una vuelta sobre la una de la madrugada, cuando el pueblo estaba casi vacío y la brisa fresca de poniente mecía suavemente las palmeras. El - mi pareja desde que tengo uso de razón-, fue a sentarse en el banquillo que rodea la palmera, y fue entonces, en ese desafortunado momento, cuando la descubrió a ella. Elegante como una gacela, desafiante como una leona, se encontraba junto al bar de la plaza, mirando a su alrededor como buscando a quien perdonarle la vida. La muy zorra -pensé-. El se quedó mirándola, como hipnotizado, sin darse cuenta de que yo, apostada tras un pivote de hierro, le vigilaba en la distancia. Apreté los dientes y me armé de paciencia. Me dije a mi misma que yo era dócil, sumisa, obediente, fiel, femenina y serena. El seguía mirándola con las pupilas dilatadas. Ella - como una diosa egipcia- lo seducía con la mirada. No pude más. Cogí impulso y salté sobre él como la fiera que en aquel momento era. El protestó airadamente, se volvió hacia mí con gesto amenazador, pero salió corriendo hacia casa como alma que lleva el diablo.
Mi ama - que se hace llamar La gata sobre el teclado- lo observaba todo a cierta distancia. Se quedó atónita, perpleja, abrumada por la confusión al descubrir mi lado oscuro. Yo la miré con altivez, pero no sé si llego a darse cuenta de que intentaba decirle: Mira, guapa, aquí la única gata soy yo. 

4 comentarios:

  1. Nunca se me había ocurrido pensar en si los gatos eran monógamos (monógamas ellas) o no.
    No he tenido mucho contacto con estos felinos (ni con ningún otro), pero siempre los he visto solos en las casas, nunca en pareja. Por lo tanto, no sé si son fieles a su pareja, caso de tenerla, o si le ponen ornamentos en la frente. Pero, si es así, está muy bien que no se la dejen arrebatar, que la defiendan con uñas y hasta con dientes.

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    1. Elías, pasó tal y como ella- la gata- lo cuenta. Yo los estaba observando y no me lo creía. En todo caso pensé que la gata atacaría a la otra gata, pero no a su macho. Por lo general, si viven en pareja son fieles. De hecho este macho es el único que no se me ha escapado en el pueblo porque tiene a su ligue en casa.

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  2. Vaya, impresionante como se expresa la gatita, y como sabe defender su territorio... es que a veces los animales son mas listos que los humanos.

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    1. Hola Rosa. Pasó tal cual. Yo pensaba que lagata- que es adorable- atacaría a la otra gata, pero no, atacó a su macho, que para eso le ha dado ya utres camadas. Son un encanto.

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