martes, 13 de agosto de 2013

La gata sobre el teclado

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Esta es la mía. Mi ama se ha escogurciado la pata delantera derecha (ella la llama brazo), así que ahora no puede escribir ni subirse bien las bragas. No penséis que soy vulgar. Es que, en algún momento, fui una gata de la calle y la calle enseña mucho, mucho más de lo quieres saber.
Mientras ella - mi ama- está con el brazo en cervatillo o en cabritillo o algo así, yo voy a continuar escribiendo sus cosas. Es para que no la echéis de menos, porque ella - pobrecilla- se cree que cuando no escribe pensáis que le ha pasado algo. Pues sí, esta vez le ha pasado algo, y yo, sin que se de cuenta, voy a contaros mis historias. Este será nuestro secreto. ¿De acuerdo?
Yo vivía en una casa con jardín en un pueblo pequeño. Allí, sobre el césped, jugaba con mis hermanos y con mi madre. Pero un día pasó algo raro. Vino gente extraña con carpetas y papeles. Mi dueña por aquel entonces lloraba mucho y decía que no podía ser, no podía ser, o algo así. El caso es que tuvo que dejar la casa rápidamente y sus gatos nos quedamos en la puta calle de un día para otro. Y no penséis que soy vulgar por decir palabrotas. Soy una simple gata, no Cervantes, que por cierto no sé quien es, pero donde vivo ahora hablan a veces de él y de un amigo suyo que se llama Platón o algo así. 
 Salí de la casa muy asustada, corriendo como una liebre- sí, he visto liebres-, porque no quería que me llevaran a un reformatorio de gatos, que se que existen. Yo era muy pequeña y muy mona- aún lo soy-, y sólo quería tener un nuevo hogar. Confiaba en que mi dulzura y mis preciosos ojos verdes me ayudarían a encontrarlo. Pero pasó todo lo contrario. De repente me hallé en un oscuro callejón con una manada de niños que corrían tras de mí. Luego, uno de ellos me cogió y me estampó contra el suelo. Y allí me quedé, como una alfombra felina, hasta que me vio la hija de mi ama y que, al verme, salió despavorida. Creía morir cuando comprobé que volvía acompañada de una señora un poco entrada en carnes. Ella me recogió del suelo, me llevó a su casa y me quitó la sangre de la cara mientras decía sin parar: hijos de puta, hijos de puta. Creo que se refería a la manada de niños salvajes que me había acosado. Luego me enrolló en una toalla que olía muy bien y me dio leche, pero yo tenía la boca un poco desencajada y no pude tomar ni una gota. 
Me quedé dormida en un sillón, arropada con una pequeña manta de cachorro humano. No fue muy reconfortante escuchar como la que después sería mi ama, exclamaba al día siguiente: 
-¡Está viva, esta viva! 
Lo cual, además de aterrarme, me hizo pensar que estaba mucho peor de lo que yo creía. Pero en cierta ocasión, allá en la casa con jardín donde nací, había oído decir que los gatos teníamos siete vidas. Supuse entonces que aquello era verdad y que yo ya había gastado una. 
Se me olvidaba deciros que soy una gata tricolor, y por si no entendéis de gatos os diré que sólo las hembras podemos tenemos el pelo de tres colores, los machos no. Y hablando de machos, mi pareja se llama Tito. Es un gato de color naranja que también vive en la casa. Me tiene loca aunque reconozco que es un poco poregueta y a veces no sabe defender bien su territorio. En fin, nadie es perfecto. 
Atención, se acerca mi ama dispuesta a escribir con la pata izquierda. Lo que me voy a reír cuando empiece a hacer faltas. Y recordad, es nuestro secreto. Yo soy la única gata sobre el teclado. 

9 comentarios:

  1. Para una gata de calle no está nada mal. Además supongo que será autodidacta, o es que ¿también hay universidades para gatas?
    Su ama hará bien en cuidarse la pata delantera derecha, pero también en vigilar a esta gatita tan lista, no sea que cuando quiera volver al teclado le saque las uñas defendiendo su territorio.

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  2. Ja, ja. La gata me está cogiendo terreno y hay que ver qué bien cuenta las cosas. Si sigo con esta estrategia voy a acabar bipolar o tal vez maullando. Quien sabe. Gracias por tu comentario, Elías.

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  3. Que buena es tu gata, como se deenvuelve en el mundo de los humanos, jajaja, me encanta y como te dice elias a ver si te quita el titulo de escritora, por que lo hace muy bien. Ya sabes gatita sigue con esto que tienes futuro

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    1. La verdad es que no lo hace mal. Y parece ser que tiene muchas cosas que contar aunque a mí sólo me dice mau cuando quiere algo. Es muy lista la gatita.

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    2. Me está cogiendo terreno la muy pilla. No se yo si llegaremos a las zarpas si sigue quitándome el oficio.

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  4. Me encanta la gata y cómo cuenta sus andanzas y las tuyas.
    Le, les seguiré la pista.
    Un abrazo y a cuidar esa patita derecha, que esa gata amenaza con invadir tu territorio,
    Un abrazo,

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    1. Hola Juglar. Sin duda, ha invadido mi territorio. Y es que los gatos son muy listos. Gracias por tu comentario.

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  5. Es una gata muy agradecida, ha cuidado de tu rincón literario divinamente.
    Espero no sea nada serio lo de tu brazo en "cabritillo", ¿Qué cabriolas habrás hecho? Cuídate mucho, amiga.

    Besos.

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    1. LLevo un verano... Y claro, ella se ha aprovechado de mi brazo partio. Qué cabriolas? El azadón y el pico y la pala.

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