martes, 2 de abril de 2013

Cenicienta era la chica de aquel vals



La primera vez que la ves, no te das cuenta; posiblemente, la segunda vez, tampoco. Pero cuando llevas, más o menos unos quince visionados, descubres cosas que jamás habías imaginado, cosas, por otra parte, que se sumergen arriesgadamente en el llamado lado oscuro.  
Me explico porque hasta ahora supongo que no habéis entendido nada: en las últimas semanas y por razones que ahora no vienen al caso, he tenido ¿el placer? ¿castigo divino? de ver la película de Cenicienta, en dibujos animados, unas quince veces. Que nadie ose pensar que soy masoca o, lo que sería peor, adicta a la Factoría Disney, pero después de tragarme tantas veces el empalagoso filme, he llegado, sin quererlo ni pretenderlo, a algunas reflexiones que con vos - de vosotros- comparto. 
Vale el hecho de que Cenicienta sea rubia, guapa y buena al mismo tiempo - lo cual es ciertamente repugnante-, y aunque vaya vestida con harapos, parezca una monada de Barbie.  
Acepto, a duras penas, que sus pobres hermanastras, además de morenas y feas, sean estúpidas y maleducadas. Me espeluzna la maldad enfermiza que desprende la adusta e inteligente madrastra. Me indigna el hecho de que el hada madrina -quizás por ser tan buena y tan hada- esté obesa como una reluciente bola de sebo azul. Me exaspera que el príncipe -cara de tonto del haba donde las haya-. elija a la mujer de su vida por gastar una diminuta talla de pie. Me enerva que los ratones amigos de Cenicienta, sean solidarios, simpáticos y parlanchines, cuando todos sabemos que son un pelín asquerosos. Y me ataca los nervios el hecho de que, a golpe de varita mágica, su vida se vaya dibujando como a ellos les place. 
Pero lo que realmente me saca de mis casillas, lo que no tolero, lo que no estoy dispuesta a admitir, es el asunto del gato. En primer lugar, el gato es negro y malo de cojones. ¿Asociamos sin pudor negritud a maldad? Y en segundo lugar, y para rematar el perfil de tan odioso y orondo personaje, el gato responde al nombre de Lucifer, como sabéis uno de los numerosos nombres que en nuestra cultura recibe el diablo. ¿Mensaje subliminal? Desde luego y, como habéis visto, no es el único. ¿Acaso el que dio forma a este malvado gato ha conocido alguna vez uno de verdad? Un gato- el que nos presenta la Factoria Disney- malvado, perverso, rencoroso, satánico, que odia a Cenicienta y que se llama como el mismo diablo. Peor imposible. 
Yo no sé si los niños acabarán subliminalmente aterrorizados y acomplejados al ver la película de la Cenicienta, pero estoy empezando a pensar que algunos de los que vieron los filmes de Disney en su infancia, puede ser que hayan acabado aniquilando gatos con toda serie de artilugios letales en cualquier descampado urbano.
Siento haberme salido hoy de mi línea de relato corto para escribir este apasionado mitin, pero me sentía en la obligación de devolverle la dignidad a ese pobre minimo a quien han revestido de maldad disneydiana para el resto de su vida. 
 No podía guardar silencio por más tiempo ante esta iniquidad. Por algo me llaman la gata sobre el teclado. 

2 comentarios:

  1. Desde ya te voy a llamar "la gata sobre el teclado de marfil caliente".
    Porque, vamos, el teclado de tu ordenador debe echar humo a la velocidad que escribes. Eres más prolífica que el Fénix de los Ingenios.
    Y, además, tus relatos son muy ingeniosos. Pero, te has olvidado de Tom y Jerry, aquí el gato es bonachón (¿bobalicón?) y el ratón...

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  2. Quisiera corregir un lapsus.
    He escrito antes "la gata sobre el teclado de marfil caliente".
    Quería poner "la gata sobre el teclado de escribir caliente".
    La explicación es muy simple: estaban mis nietas jugando ante el piano. Ellas no saben tocar y yo tampoco, nos entendemos perfectamente y se me ha ido la mente a las teclas del piano.
    Sólo eso.

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