domingo, 11 de octubre de 2015

La transformación



Salió del médico a las dos de la tarde. A aquellas horas, el ambulatorio estaba desierto. En la gran sala blanca con olor a desinfectante resonaba el sonido de su muleta, lento, rítmico. Salió a la calle y comprobó desolada que no había ningún taxi en la parada, así que tendría que coger el tranvía. Pasito a pasito, pensó que no podía costarle tanto. Eran apenas doscientos metros pero tardó más de diez minutos. No estaba dispuesta a dar de nuevo con sus huesos en la acera. Cuando llegó a la parada de la Estacioneta de fusta, vio que sólo una mujer ocupaba el andén, una mujer de baja estatura y cabello gris que observaba atentamente su horrible bota ortopédica.

- ¿Qué le ha pasado? - dijo de repente-
- Me caí.
- Vaya -exclamó la mujer en un tono más animado-. ¿Pero se ha roto algo?
- El tobillo.
La mujer movió la cabeza de un lado a otro en muestra de desaprobación.
- Pues hay que llevar mucho cuidado con las caídas porque las personas de nuestra edad...
Venía el tranvía por la rotonda. No daba tiempo de sacar el ticket, pero le daba lo mismo. Cuando se sentía enfadada con el mundo, cometía siempre esas pequeñas rebeldías que podían costarle una buena multa. No importaba. Si subía el revisor, por un casual, se pondría a llorar como cántaro roto. Se sentía confusa. La última frase de la mujer de pelo gris la había sumido en un nuevo interrogante: ¿de nuestra edad? Pero si aquella señora debía tener, al menos, veinte años más que ella. 
 A pesar de que hizo todo lo que pudo por evitarlo, la dama de pelo gris se le sentó enfrente y comenzó a contarle todas las caídas de su vida, que si un hombro, que si un codo, que si un desgarro en la rodilla. Ella apenas escuchaba. Intentaba contemplarse en el cristal de la ventanilla pero no lo conseguía. Sólo dos paradas después, se despidió de la mujer con una  sonrisa de cumplido y se apeó del tranvía. Hacía un dia magnífico. Los niños iban al colegio a regañadientes, arrastrados por sus madres. Algún paseante con perro caminaba lento entre los macizos de rosas rojas.
Llegó a casa agotada. Nunca había imaginado que caminar pudiera llegar a ser tan difícil. Dejó el bolso y la chaqueta en una silla del recibidor y se contempló en el espejo. ¿Qué le había pasado? La metamorfosis de Kafka humanizada. Permaneció un rato observándose en aquel antiguo espejo hasta que lo descubrió todo. Aquel ya lejano día de Todos los santos se había roto la pierna, pero todos los días que le siguieron, se le fue rompiendo el alma, dondequiera que estuviese, a pequeños trozos, como escamas, como motas de polvo, en medio de una soledad yerma, insoportable, injusta.
Y envejeció, repentinamente.

17 comentarios:

  1. No sabes cómo me suena esa historia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues suena mal, Tracy, suena mal. Todos estamos tan ocupados, tan absorbidos por nuestras propias vidas, que cuando pasa algo así pudes llegar a sentirte muy sola. Y, desde luego, el alma, duele más que la pierna.

      Eliminar
  2. Qué pena me ha dado... y sabes qué?... me ha parecido muy real, muy de la vida de muchas personas....
    Me ha dejado tocado... y hundido.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sal a la superficie Toro, que no nos queda otra. En esta sociedad de las prisas y las ambiciones diversas, el "otro" ha dejado de ser importante, sobre todo si tiene problemas. Pero los "hierbajos" somos duros y siempre salimos adelante.

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. 2.
    Sobrecoge la lectura, ¿fue así tu caída?
    Pero sobrecoge no por la fractura del tobillo, sino por la fractura del alma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Elías, para contestarte te voy a contar una anécdota real. Cuando me rompí la pierna y me llevaban en ambulancia a la fe nueva, hice una foto con el móvil y escribí: La Valencia que veo desde la ambulancia". Tuve la desfachatez de subirla a facebook. Cuando, varios horas después, entré en faceb, ví que tenía varios "me gusta". ¿Es para reír o para llorar? ¿Quién arregla las fracturas del alma?

      Eliminar
  5. Mi madre suele decir que hay gente a la que se le echan los años encima de golpe, es curioso pero tiene una verdad que es bastante enigmática.
    Buen final, me gusta como siempre sorprendes.
    ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y tiene razón tu madre. Cuando alguien vive una tragedia, a veces pequeña, otras grande, la persona envejece de repente, se va la luz de su mirada, se encanece el pelo... Es el alma la que ha causado ese repentino envejecimiento.

      Eliminar
  6. Buen relato y de los que hacen reflexionar. Cualquier día nos damos de bruces y nos encontramos a nosotros mismos de ese modo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te lo aseguro. Cuando tienes un problema hay mucha gente que huye de tí. Y eso es muy triste. Gracias Roland. Me alegro de verte por aquí.

      Eliminar
  7. Tu relato es contundente, un golpe en la linea de flotación de la soledad que el tiempo va hundiendo y al final nos ahoga.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mar. No hay nada peor que una soledad indeseada. A todos nos gusta estar solos alguna vez, lo necesitamos, pero demasiada soledad no es buena, nos aisla, nos aparta del mundo. Gracias por tu presencia.

      Eliminar
  8. Sorprendente final en una historia real como la vida misma. No hay cura para las fracturas del alma, pueden aliviarse con el paso del tiempo pero jamás forjan. Te voy a contar algo: cuando mi hermano murió en un accidente de tráfico, quedamos destrozados. A los siete días volví a casa y me encontré a mi padre con el pelo completamente blanco, tenía cincuenta años y parecía un anciano.. Su alma estaba tan herida que jamás volvió a ser el mismo, no hubo cura ni medicina para su soledad.
    Un abrazo amiga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los pelos de punta me has puesto Airblue. Cuando el alma envejece no hay cremas que valgan. No quiero imaginarme el inmenso, el profundo dolor que sentiríais. Esas cosas no se superan, uno se acostumbra a vivir con ellas. Gracias por tu visita Airblue.

      Eliminar
  9. El tobillo, mal que bien, acabará recuperándose. La rotura del alma tiene peor arreglo, pero espero que aunque se le note la compostura siga teniendo fuerzas para seguir su camino.
    ¡Animo, estamos aquí para acompañarte!

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Jara. Acabo de comentar tu última entrada. La verdad es que la leí hace unos días pero había tal follón en casa -hijos, amigos de hijos, gatos diversos-, que no me sentí con fuerza para comentar. Respecto a mi entrada, el tobillo se curó, pero la soledad sentida aún se recuerda. Así es la vida y es difícil cambiarla. Pero seguiremos adelante...

      Eliminar