Donde haya una pendiente resbaladiza y peligrosa, ahí estoy yo. Nada más escuchar el aullido, salí disparada hacia un terraplén, intenté deslizarme por él y acabé rodando como una pelota de tenis. Anochecía, me había torcido el pie y la linterna de mi móvil no funcionaba. Estaba sentada en el suelo cuando vi que algo, entre las sombras, avanzaba hacia mi. ¿Sería el lobo que aullaba? Pero no, espera, lo que venía hacia mí tenía unos puntiagudos cuernos. Los lobos no tienen cuernos, pero los toros sí. ¿ Y las vacas? ¿Tienen cuernos las vacas? No era momento de dudas. Aquel enorme animal me miraba con cara de mala leche. Con mis mocasines de medio tacón y el pie torcido, salí corriendo por el pedregal sin mirar atrás. Los libros pesaban como piedras y la visibilidad era cada vez menor. Aún así, a unos cuantos metros de mi, pude percibir que algo se movía entre los matorrales.
—¿Hay alguien ahí?—dije—. Mi voz temblaba.
—¿Qué puñetas hace usted por aquí?
Era una voz ronca, tipo Sabina. Su dueño era un hombre alto, malcarado, hercúleo
—Uy qué bien encontrarse con alguien por estos lares —dije aliviada.
El hombre me miró sin comprender.
—¿Qué hace una señora como usted por aquí?— preguntó con voz bronca.
¿Una señora como yo? ¿ A qué se refería?
—He pinchado una rueda, he escuchado el aullido de un lobo, me he caído por un terraplén, me he torcido el tobillo, me he topado con un toro y... Estoy perdida.
—¿Y adonde iba, si saberse puede?
—A la feria de las setas y los "guremilos o algo así.
—¿Vende champiñones?
—Vendo libros.
—¿Sobre champiñones?
—No. ¿Usted también va a la feria?
—No. Tengo una cita por estos lares, como usted dice.
—¿Aquí?
—Aquí, si. ¿Le parece mal?
Mi intuitivo sistema de alerta se puso en marcha.
—¡A qué santo!—exclamé—. Cada uno se cita donde quiere...
Miré a lo lejos.
—Estamos salvados, por ahí viene la Benemérita.
El hombre palideció.
—¿Qué dice?
Que la guardia civil se acerca. Me llevarán a la feria. Todo solucionado.
Pero mi interlocutor había desaparecido en un pis pas. Estaba hablando sola. Y encima el muchacho se había dejado la mochila. Pobrecillo. Igual llevaba en ella flores para su cita.
Dos guardias civiles se bajaron del vehículo y me miraron con curiosidad.
—¿Qué hace aquí señora? ¿Se ha perdido?
—Totalmente —dije ,y les conté la historia del pinchazo, el terraplén, el lobo, los toros o las vacas con cuernos y el encuentro con el desconocido de voz ronca.
—¿Y adonde iba? —dijo el guardia más joven.
—A la feria de los champiñones.
—¿Qué lleva en las mochilas?
—¿Ah eso? Solo una es mía. La otra es del hombre que estaba aquí y ha salido pitando.
—¿Qué hombre?
—Pues el que estaba aquí hace un momento.
Los dos guardias se miraron. Aquello no iba bien.
—Deme las mochilas.
Uno de los guardias abrió con parsimonia la primera.
—Aquí solo hay libros. Y son todos iguales.
—Si, los he escrito yo, los llevo a la feria.
—¿A una feria de setas?
—Eso mismo.
Los dos hombres volvieron a mirarse. sus ojos sonreían. Abrieron la otra mochila con la misma parsimonia.
—Vaya, vaya.
—Esa es la mochila del chico —dije temiéndome algo desagradable.
—Aquí no hay ningún chico, señora.
—Porque se ha ido.
—Estos canallas cada vez utilizan gente más rara para sus tejemanejes —le dijo un guardia a otro--.Fíjate en la pinta de está señora... El sindicato del crimen tiene mucha imaginación.
—¿Qué crimen? ¿Qué sindicato?—pregunté angustiada.
—¿Cuánto le pagan por transportar... esto?
—¿Los libros? Nada. Si lo que quiero es venderlos de una vez, que los tengo cogiendo polvo en el altillo.
—Qué bien se hace la tonta. Le estoy hablando de la cocaína.
Me quedé en shock.
—¿De qué me está hablando?
—De lo que lleva en la mochila. Tendrá que acompañarnos al cuartelillo.
—¿Detenida?
—Deme su Documento Nacional de Identidad.
Rebusqué en el bolso y se lo entregué.
—¿Es usted Desamparados?
—La misma que viste y calza, pero que no trafica con drogas.
—Eso ya lo veremos. Tiene derecho a una llamada desde el cuartelillo.
—Pero oiga si yo solo quiero vender mi...
Las puertas del todo terreno se cerraron. Al menos podría llegar a... ¿Cómo se llamaba el pueblo ese de los champiñones?
(Continuará)
Te dejé un comentario en la entrada anterior, se habrá ido a spam porque le chico no salía en la primera parte y no se lo ha podido llevar. Bueno a lo que voy que me había ilusionado pensando en que lo arreglarías en esta entrada pero nos dejas con mas dudas, y ahora la Benemérita, esperemos que pongan orden y nos enteremos de todo jeje . Un abrazo
ResponderEliminarGracias Esther. Está historia se está complicando ella sola. Lo del terraplén y los toros está basado en hechos reales. Afortunadamente, el encuentro con el narco, no. Muchas gracias por leerme.
EliminarPobrecilla, con droga y hacia el cuartelillo detenida, veremos como se lo monta, para venderles los libros a los de la casa cuartel, desde el calabozo.
ResponderEliminarBesos.
Ja ja. Nunca se sabe. Me estás dando muy buenas ideas para la tercera y última parte. Muchas gracias por leerme
EliminarInteresante....a por la tercera parte, a ver si vendes los champiñones, digo, los libros, je,je.
ResponderEliminarHola Laura. La tercera y última parte. Se admiten ideas. Yo creo que antes vendo champiñones antes que mi libro.
EliminarAmparo, te metes en cada berenjenal. Ahora supuesta traficante de droga.
ResponderEliminarBueno, realmente, por lo que se dice, con eso puedes sacar más que con los libros.
¡ A por la tercera !
Elías.
Hola Elías. Lo de la caída por el terraplén y el encuentro con los toros está basado en hechos reales; lo otro, no. A ver qué pasa en la tercera y última parte. Gracias por leerme siempre.
EliminarSí, por favor qué siga, no nos puedes dejar con el alma en vilo jajaja.
ResponderEliminarVaya le que te ha caído y el muchacho te dejo todo el marrón.
Un besazo, te leeré a ver como termina la historia.
Hola Campirela. También yo me estoy preguntando qué más me puede pasar. La semana que viene, la continuación y última parte. Si me encuentro con ese muchacho, verás tú. Gracias por tu visita.
EliminarVaya lío se está formando por ir a la feria a vender los libros :-)
ResponderEliminarUn texto divertido y bien llevado. Un abrazo, y que siga la historia, claro.
Hola Albada. Y más que se va a armar. Igual en el calabozo vendo algún libro. No hay que perder la esperanza. Gracias por tu comentario.
EliminarTiene mala pinta el tema...
ResponderEliminarEspero que algo inesperado te saque del trullo, jajjaja
Besos.
Pobrecita de mí. Sí, me meto en inocentes líos. Estoy esperando que mis personajes me cuenten qué más ha pasado. Gracias por pasarte por este jardín de Jazmines abandonados.
EliminarYa me quedo con la intriga.
ResponderEliminarDeseando leer el siguiente capítulo.
Hola Paco. Yo también estoy intrigada. Voy a dejar que mi imaginación actúe. Gracias por leerme.
EliminarAy, Amparo, quedo desasosegado, vaya lío en el que se ha metido tu personaje. Espero que acabe bien ...
ResponderEliminarSaludos.
Hola Enrique. Seguro que acaba bien. Lo sabremos la semana que viene. Muchas gracias por comentar.
Eliminarmuy bueno.Dominas la técnica del folletín; puedes seguir creando tensión; cuanto más tensión, más interés.
ResponderEliminarGracias. A ver qué pasa. Gracias por tu amable comentario.
EliminarVamos a ver como sales de esta encrucijada. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHola Carlos
EliminarAquí estoy, esperando a ver qué hacen mis personajes. Qué paciencia hay que tener
Gracias por tu visita