miércoles, 7 de febrero de 2024

Libros y gurumelos. 3ª parte

 


Llegamos al cuartel cuando ya había anochecido. El todo terreno había ido dando tumbos por oscuros caminos forestales y yo estaba mareada cual pato.

—¿Se encuentra bien?— me preguntó uno de los jóvenes agentes.

—Nunca me había encontrado mejor—mentí.

Mi padre me había enseñado a no perder la dignidad en ninguna situación.

—Igual tiene que pasar la noche en el calabozo. Es muy tarde. 

—¿Y cree usted que me asusta? En peores me he visto —aseguré.

Y era verdad. 

El calabozo no parecía muy cómodo. Era cuadrado, pequeño, con un estrecho ventanuco enrejado que daba a la calle.  En una esquina, sobre un banco de obra, había una mujer joven cubierta con un vestido minúsculo y con cara de hartazgo. 

—Hola. Buenas noches —dije con una sonrisa. 

La mujer me miró con ojos cansados.

—¿Buenas noches? ¿de dónde ha salido usted? No sé si se ha dado cuenta, pero esto es un calabozo. 

—Está claro, pero es lo que hay. 

La mujer me miró de arriba a abajo. 

—¿Qué ha hecho usted? No tiene pinta de delincuente al uso.

Me atreví. 

—¿Ah no? ¿Y de que tengo pinta?

—De señora que se va a  hacer la compra.

—Es muy posible, porque no he hecho nada. Iba a vender mis libros a la feria de los champiñones.

–¿Y está prohibido vender libros?

—No, a ver. Se lo explico. Yo iba a una feria, pinché una rueda, me deslicé por un terraplén, me torcí el pie, me topé con unos toros o vacas, bueno, algo con cuernos. Luego conocí a un muchacho, fuerte él, hablamos un poco, pero cuando se acercó la guardia civil salió pitando y me dejó su mochila, y en la mochila había droga. Los agentes del orden creyeron que yo era una traficante. 

La mujer abrió los ojos cual ensaladeras y empezó a reír a carcajadas. Lloraba de la risa. 

—¿Usted una traficante?

Y seguía riendo como una loca. 

—Pensaron —dije— que era una nueva estrategia de los narcos utilizar a señoras como yo, normales y corrientes. 

La mujer se secó las lágrimas. 

—No me lo puedo creer. Su historia es mejor que la mía. 

—Perdóneme si la pregunta le ofende.  ¿Es usted una mesalina?

—¿Una qué? Yo soy una puta a mucha honra. 

No quise decirle que significaba lo mismo, pero que la otra palabra era mucho más fina. 

—¿Y que les ha contado a los guardias?

—Que iba a recoger a mi hija de la guardería. Y estaba en la rotonda de un polígono industrial. Imagínese. 

Y la mujer volvió a reír a carcajadas. 

Escuché pasos por el pasillo. Alguien se acercaba. El guardia joven acompañado de…No me lo podía creer. Me levanté de un salto. 

—¡Cabrón! —chillé—. Me dejaste en medio de la nada con tu narcomochila. Me has metido en un buen lio. Señor agente, este muchacho es el dueño  de la mochila con…

 Pero el guardia ya se había ido. El hombre tomó asiento lejos de mí. 

—¿Y qué cree que debía haber hecho? ¿Quedarme para que me cogieran>?

—Pues a mí me ha metido en un buen lío. Ahora se creen que la narco soy yo. 

—¿Qué?

Al principio sonrió, pero después la sonrisa se convirtió en carcajada. Y a él se le unió la mujer, que volvió a llorar de la risa. 

—Eso no hay quien se lo crea. ¿Pero usted se ha visto?

—Sí, ya me ha dicho aquí la mesalina que tengo aspecto de señora que se va a la compra. 

—Totalmente. La ha clavado. ¿Y cómo se llama usted, señora narco? —dijo volviendo a reír. 

—Desamparados. 

—¿En serio? Pues sí, la verdad es que estamos los tres bastante desamparados. Yo me llamo Jony, el narco de la comarca. 

—Mucho gusto. ¿Y usted? —le pregunté a la mujer del minivestido. 

—Catalina. 

—Nombre de reina —repuse con seriedad..

—Pues ya ve, la reina de las rotondas. 

Esta vez hasta reí yo. 

—Pero era cantante —afirmó mientras se estiraba la falda sin mucho éxito—, pero cantaba fatal. ¿Y usted por qué vende libros en ferias de champiñones?

—Porque no vendo ni uno.  Voy un poco a la desesperada ¿Y usted, muchacho? ¿Por qué trafica?

—¿Y si no contesto?

—Usted mismo. 

El hombre cogió aire. 

—Me pillaron robando en el almacén donde trabajaba. Pillé un scalextric para mí ahijado,. Con sus cochecitos y todo. Luego. cuando e destapó el tema, nadie quería contratarme, y un colega de un colega me ofreció este curro y lo cogí. Es dinero fácil y no tengo que aguantar a nadie. ¿Me vende su libro? La dejé allí sola, con todo el marrón…

—No lo haga por compromiso y mucho menos por compasión.  

—Es para mí hermana, que lee como si fuera una maestra. Es lo que ella quería ser, pero en casa no había pasta. Yo solo leo de fútbol. Se llama Sara.

—Yo quiero otro, y me lo dedica —pidió la mesalina.  

—Hecho. 

El hombre suspiró profundamente mientras leía la dedicatoria que le había escrito a su hermana: Para Sara, la maestra, con todo mi afecto. Luego se levantó y aporreó los barrotes. 

—Guardia, agente, venga. 

—¿Qué quieres, Eusebio?

Parece ser que era un viejo conocido. 

—Quiero confesar. La mochila de la droga era mía. Cuando vi su coche salí cagando leches. 

—¿Está dispuesto a firmar lo que acaba de decirme? 

—Pues claro, si no para que lo digo. 

Veinte minutos después volvieron el guardia y el Eusebio. 

—Ya puede irse señora, Está libre de todos los cargos. 

Eran las dos de la madrugada. 

—¿Y dónde voy yo ahora? ¿No me puedo quedar hasta que amanezca?. 

—Imposible. Sería detención ilegal. Eusebio ha confesado. 

¿Dónde iba yo a las dos de la madrugada? 

—Lo único que puedo ofrecerle es una habitación en casa de mi suegra. Si le vale. Yo no la aguanto, pero ahora estará dormida. 

—Y tanto que me vale, señor agente.

Me volví hacia ellos.  Catalina, cuídate y canta, canta mucho. Y tú Eusebio, deja ese curro y búscate otro menos… solitario. Venga, nos vemos. 

Cuando ya salíamos, el agente se volvió hacia ella. 

—Ah, Catalina, se me olvidaba. Ha llamado tu hermana para decir que ya ha recogido a tu hija de la guardería, que estés tranquila. 

¿Qué? ¿Su historia era real? Me volví hacia ella. 

—¿Cómo se llama la niña?

—¿La. niña? Inés.

La noche era fría. Las calles estaban vacías. Y yo, no sé por qué razón, me sentía muy bien. 

Aunque la cama de la suegra del señor agente más incómoda no podía ser. 




24 comentarios:

  1. Me ha encantado, tienes una forma de escribir que nos haces vivir tus narraciones, y en con está me he reído un montón. Gracias.

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    1. Gracias a ti que me lees con muy buenos ojos. Me alegro por tus risas.

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  2. No te has dado cuenta pero estaba allí, lo cuentas de tal manera que todos cabemos en tu relato, claro que no pude defenderte, hubieran creído que era la bruja del bosque. La de personajes que has inventado para la comisaria. GENIAL, gracias y abrazos

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    1. Hola Ester. Ya presentía yo que allí había alguien más. La próxima vez te vienes al calabozo. En la vida real, afortunadamente, nunca he estado en ninguno. Gracias a ti por leerme.

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  3. Eres increíble, Amparo. Has conseguido meterme a mí dentro de esa celda, la conversación, el tono, el ritmo, la parte sentimental y un buen final. Me ha encantado.
    Un abrazo.

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    1. Muchísimas gracias Enrique. Me estoy emocionando. Me encanta que te haya gustado. Gracias por tu visita a mi blog.

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  4. Amparo, casi me pongo a llorar. Es que eres estupenda escribiendo, describiendo situaciones.
    Y es, que, al final, como se decía en una vieja película, "los ladrones (delincuentes) somos gentes honradas".
    Un fuerte abrazo, me haces sentirme mejor.
    Elías.

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    1. Muchas gracias Elías. La bondad puede encontrarse en las personas más insospechadas. Si mis textos hacen que te sientas mejor, yo me siento afortunada. Puedes compartirlo con quién quieras. Gracias por leerme.

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  5. Me ha encantando. Tiene mucho humor y un buen ritmo.

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    1. Muchas gracias Mano. Gracias por tu comentario. Me alegro de que te haya gustado.

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  6. Qué suerte has tenido, luego dirán que vender libros es fácil.
    Imaginación no te falta. ;)

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    1. Hola Alfred
      Mientras se vayan vendiendo hay que aprovechar cualquier espacio, hasta un calabozo.muchas gracias por tu visita a mi blog.

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  7. Muy bien, este final. Las cosas todas en su lugar, y con esa chispa de humor que es muy divertido de leer.
    Gracias, Amparo, por dejarnos una historia divertida, con su toque de drama personal.
    Un besazo.

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  8. Hola Campirela. Podemos encontrar buena gente en cualquier lugar. Me alegra que te hayas divertido. Y gracias por tu amable comentario.

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  9. Que bien escribes,te sigo a partir de ahora,saludos,desde Uruguay.

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    1. Muchísimas gracias Fiaris. Esos ánimos siempre vienen bien
      Gracias por tu visita a mi blog y bienvenida.

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  10. Me has hecho reír.
    Eres muy ingeniosa, la reina de las rotondas, jaajaja

    Besos.

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    1. Hola Toro. Pues tú me tienes preocupada. Tus últimos poemas son bastante oscuros. Me alegro de haberte hecho reír. Siempre bienvenido a mí jardín de Jazmines abandonados.

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  11. Desternillante, bien llevado y casi real como la vida misma. Enhorabuena, Amparo... por cierto, la semana que viene presento mi última novela en la Feria Transfronteriza del Gurumelo, no se yo como acabaré, je, je....Un abrazo

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  12. Amparo, no soy "anónimo". Soy J.R.Infante, pero Blogger se empeña en lo contrario.

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    1. Ja ja. Está tecnología nos supera y nos domina. Bienvenido.

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  13. Muchísimas gracias. Con las ferias nunca se sabe, pero es divertido. Me alegra hacerte reír. Agradecida por tu visita y tu comentario.

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  14. Amparo, escribes y relatas muy bien, me encanto ese mundo de confusiones tras los barrotes, gracias por pasar a leerme.
    Abrazo

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    1. Hola noche. Muchísimas gracias por tus palabras. Me animan a seguir escribiendo. Espero seguir viéndote por mi blog. Abrazos.

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