Estoy que me desmayo. La emoción me embarga. Me han invitado a presentar mi novela en una feria. Y me han otorgado la mejor situación, entre el tío vivo y los autos de choque. Yupi
Os cuento. Exitazo total en la feria del tío vivo, aunque cierto es que el ruido de los autos de choque me molestó un poco. Estoy tan feliz que levito como Santa Teresa con sus rezos. Y desde mi humilde situación, doy gracias al Universo, saludo al sol y a la carnicera de mi barrio. Vendí siete libros! Los cuatro primeros se los endosé a unos turistas japoneses que iban buscando una guía de la ciudad. Ahora deben estar completamente perdidos por el casco antiguo. Los dos siguientes me los compró una pareja de Testigos de Jehová diciéndoles que aquel libro era una nueva lectura de la Biblia desde el punto de vista de Jehová. Se fueron más contentos que unas pascuas. Y el último de los libros se lo regalé a un niño de nueve años que no tenía dinero para comprarle un regalo de cumpleaños a su madre. De alguna manera tenía que compensar las perversas ventas anteriores.
Y ahora la noticia bomba. Me han invitado a presentar mi novela en la feria de Xátiva.Alli hace un calor que te mueres, pero me he comprometido a ir. Lo que no me han asegurado es si me pondrán entre los cerdos albinos o junto a los caballos de raza. Es una feria de ganado. Yupi.
Vais a alucinar. Al fin fui a la feria de Xativa cargada con mis libros. El calor era justiciero. El sol caía a plomo. Olía a boñiga caliente. Es lo que tiene ir a una feria de ganado. Mi stand, por llamarlo de alguna manera, estaba entre el recinto de los cerdos albinos y los asnos cartagineses. Qué de rebuznos y mugidos! De repente vi que un policía, guapo mozo él, se acercaba lentamente. "Malo, me dije, malo". Observó los libros y luego me miró a mí.
-¿Sabe usted que ésta es una feria de ganado?
Mire a mí alrededor. Puse mi mejor sonrisa.
-Está claro.
- ¿Y los libros?
"Qué bien le sentaba el uniforme a aquel hombre".
-Ah -dije resuelta-, se lo explico en un pis pas. El libro trata sobre un estudio realizado con células madre sobre el genoma del porcino albino para potenciar las partes suculentas del animal y reducir las toxinas.
El policía no entendía nada. Yo tampoco.
- Pues mire -dijo con una sonrisa-, se lo voy a comprar. Mi suegro tiene una granja de cerdos. Le voy a dar una alegría.
"No lo sabe bien"- pensé.
El hombre se alejó con el libro en las manos y algo en mi interior me alertó de un posible peligro. En mi libro no sale ni un cerdo, ni un perro, ni una célula, ni padre ni madre.
Y el peligro no tardó en llegar. Con paso acelerado y levantando polvo, se dirigían hacia mí el policía guapo y un hombre regordete y sofocado que blandía mi libro como una bandera al viento.
- ¡Mentirosa! - bramaba.
Recogí los libros cual mantero experimentado y corrí hacia la estación del tren. Salté el torno como pude y subí al cercanías. A los diez minutos el revisor me pidió el billete y me obligó a bajarme en la primera estación: Enova. Y da la casualidad de que allí se celebraba una Feria de bolillos, lugar idóneo para promocionar mi libro. " De perdidos al río", pensé y hacia el río me fui.