martes, 7 de junio de 2022

De libros y bolillos



De cabeza me fui a la feria de bolillos. Estaba decidida a vender todos los libros que me quedaban. El stand estaba situado junto a la ermita de la Aurora, así que a la dicha  patrona le rogué tener más éxito que en Xátiva, petición bastante fácil de satisfacer, por cierto. 

Al cabo de unos minutos se acercaron varias mujeres. Tenían las manos grandes y los dedos largos, supongo que de tanto bolillear. 

-—¿Libros? dijo una de ellas. 

— Efectivamente —dije con una sonrisa de oreja a oreja. 

La mujer, alta como la luna, pasó sus dedos por la portada de mi libro. Sentí escalofríos. 

—¿Y de qué va tu libro?—preguntó. 

Tragué saliva. 

—A ver. Va de una mujer que se va a París y allí conoce a una prostituta y a un anciano que formó parte de la Resistencia francesa. Entonces, un día...

La mujer me miró. Yo diría que antes tenía los ojos verdes y ahora negros. Inquietante. 

— ¿Y que tiene eso que ver con los bolillos? 

Empecé a dudar. 

— ¿No querrá que le haga spoiler? —pregunté.

Vi el terror reflejado en el rostro de una de ellas. 

-Ay Maruja, vámonos que ésta te quiere hacer magia negra. 

—No, no por favor —grité— que el spoiler es solo un tipo de bolillos como el Cluny. 

—Cuéntenos entonces — ordenó la mujer alta como la luna con gesto serio. 

" De esta no salgo viva" — pensé —. Me estrangulan con las puntillas y tiran mi cadáver al río. 

— El caso es — dije con cierto aplomo— que las bolilleras de París se unieron a la Resistencia para tejer trampas a la Gestapo. Ponían puntillas de fino encaje entre los árboles y cuando llegaba un nazi, guantazo que se pegaba. Y luego lo remataban con los ganchillos. 

— ¡Dios mío !—exclamó otra mujer— eran auténticas heroínas. 

— De los pies a la cabeza — dije.

La tercera mujer afirmaba con la cabeza, muy convencida. 

— Joaquína, Díselo al Benito,  tu marido, que dice  que hacer bolillos no sirve para nada. 

— Pues claro que se lo voy a decir. Me va a escuchar esta noche cuando le diga que en la revolución francesa no quedo un Gestapo vivo gracias a las bolilleras guerrilleras.

Aquello se me estaba yendo de las manos. 

—  A ver, señoras. Es la Segunda Guerra Mundial, no la Revolución Francesa, aunque no me extrañaría que a María Antonieta le hubieran atado las manos con encajes de bolillos antes de cortarle la cabeza. 

— Que finos son los franceses —dijo la mal alta. 

—Y qué salvajes los nazis cortando cabezas en la guillotina —dijo otra. 

Ya no quise decir nada. Tampoco la historia era mi fuerte. Me compraron diez libros, ! Diez!

— ¿Y lleva patrones y plantillas? —me preguntó una de aquellas mujeres con cara de buena persona. Me dio hasta pena. 

— Patrones y protones. Ale, a disfrutar de la lectura y a seguir bolilleando. 

Y me fui de allí por patas. Al cabo de unos minutos escuché una cierta algarabía. Chillaban diciendo que el libro no llevaba patrones. Corriendo cual loca como iba no vi que un hombre me salía por la esquina y me caí de bruces.

—¡Toro salvaje! ¿Qué haces tú por aquí?

Parecía angustiado. 

—He perdido a Justiniano. No lo encuentro por ninguna parte. 

 —Tranquilo, Lo encontraremos. Pero ahora corre. Las bolilleras nos persiguen.

— ¿Y eso? 

—Están locas como cabras. Creo que quieren cortarnos la cabeza. 

Y por los pelos, cogimos el tren. Respiramos tranquilos hasta que nos dimos cuenta de que el maquinista era Justiniano. 


20 comentarios:

  1. Pues yo no sé si las bolilleras están o no un poco locas, pero me parece que tú no te quedas corta.
    Me parece que has copiado de la guerrilleras y te has convencido que, como en la guerra, para vender un libro todo vale.
    Y si son diez, ni te cuento.
    Ahora que, yo de ti no volvería a la Ermita de la Aurora, no sea para ti del ocaso.
    Muy ágil y sugerente el relato. Muy bien llevado.
    Elías.

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    1. Ja ja. Ni loca me atrevería a hacer lo que hace mi personaje. Pero como ya dije en una ocasión, creo que, ahora más que nunca, necesitamos reír. Y para hacer reír hay que escribir estas cosas surrealistas. Gracias por comentar.

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  2. Me estás dando unas ideas geniales para colocar mi libro ;))))
    Veremos si Justiniano se aviene a llevarme en tren por las españas.
    Espero al menos que salga tan divertido.
    Besos.

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    1. Hola Alfred. Ojalá mi verdadero yo se atreviera a vender de esta forma mi novela. Yo creo que sí negocias con Justiniano igual te hace precio para un viajecito por Spain. Divertido seguro que es. Saludos.

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  3. Plas, plas, plas, como poco, la historia cuesta pero el final es maravilloso. Abrazos

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    1. Hola Ester. Si es que esto de vender libros se complica. Mi próxima feria es de automóviles, así que imagínate... Ya te contaré. Abrazos.

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  4. Esos argumento son muy buenos ¿eh? Muy buen texto.

    Un abrazo

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    1. Hola Albada. Escritos a vuelapluma. Si os reís con ellos ya me siento satisfecha. Mi próxima feria, la de automóviles. Abrazos.

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  5. Jajajajajajaa
    Jaajajjajajajaaaaa

    Qué buena historia y que delicioso final.
    Con Justiniano de maquinista tenemos asegurado un futuro lleno de emociones.

    A ver cómo nos va.

    :)

    Me ha encantado.

    Beso y aplauso.

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    1. Hola Toro. Un buen maquinista. Quizás se pasó un pelín con la velocidad, pero se lo disculpamos. Mi próxima feria, la de automóviles. Gracias por comentar. Saludos.

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  6. Muy simpático :)) Me ha gustado mucho, y lo de Justiniano... ya decía yo que ser seguidor de Toro traía sus consecuencias tarde o temprano ;))
    SAludos.

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  7. Ja ja. Hay que hacer locuras para vender un libro autoeditado. Toro es un crack. No tenía previsto incluirlo. Apareció por allí de repente. Gracias por comentar. Y bienvenida.

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  8. Bueno por vender la propia literatura, uno hace lo imposible.Encantador relato y salpicado de humor. Gracias por estar en mi Joroba del camello. Un abrazo
    Carlos

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    1. Hola Carlos. Hay que poner algo de humor. Entre el Covid, la guerra y ahora las tensas relaciones con Argelia, los ánimos decaen mientras los precios suben. Gracias por comentar.

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  9. Jajajaja buenísimo. Según lo leía me he dicho, que historia mas interesante, información histórica, ( yo me lo creo todo) y arte en la escritura. Al llegar a los renglones donde no había patrones ya me he quedado sorprendida, pues ningún librero miente a la hora de vender un libro. Y después con lo de Toro Salvaje, ya me entró la risa y al final Terremoto puso la guinda. Eres muy guadona o Guasón y peliculera😆 me ha gustado leerte, me he reído.
    Abrazos

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    1. Eso pretendo, que os hartéis de reír. Lo de Plinio y Marco Antonio es invento en toda regla. Y en cuanto a Toro, dice que sale poco, pero me lo encuentro en todas partes. Y eso que no lo conozco.

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  10. espresivo texto donde los libros y bolillos se emparejan dejan suelta la imaginación lucen fervor en la Ermita de la Aurora y se abren sueltos sucesos concatenados llenos de emoción me alegra este en ellos mi amigo Toro Salvaje todo un gran escritor y al final la escapada haya resultado una gran experiencia que contar... Amparo ,jazmines frescos aromados te traigo para ti . jr.

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    1. Gracias José Ramón. Y muy emocionada por esos jazmines frescos que me regalas. Gracias por tu visita.

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  11. Amparo que historia más divertida! Me ha encantado, que personajes tan entrañables esas bolilleras, un poco desubicadas en la línea temporal. Y la inclusión de Toro, ( un saludo) y su Justiniano, que buena idea, ¡buscando apoyos!
    Como siempre, Amparo, un placer leerte.
    ¡Un abrazo!

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  12. Hola Marinela. Mi próxima feria, la de peladillas. Gracias por leerme y comentar. Nos hacen falta las risas. Un abrazo.

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