De mi padre heredé la tendencia a intentar conservar la dignidad, por encima de cualquier circunstancia. Confieso que a veces no lo he conseguido. Pero ayer sí. Era domingo y fui a comprar a un pequeño Charter de mi barrio que abre los festivos. Cogí cuatro cosas, entre ellas una botella de agua fría y una tarrina de helado. Y las apilé en el carrito de forma ordenada como veo que hacen las señoras de bien. Pagué religiosamente, y cuando repasé la factura — hacedlo siempre—, comprobé que me me habían cobrado 30 céntimos por no sabía qué. Sí, habéis oído bien, treinta céntimos. Pregunté, y la joven cajera me dijo que en mi compra había dos bebidas, el agua y un refresco, que había cogido de la nevera, y que esa era la razón del aumento de precio. Le dije que no, que de la nevera sólo había cogido el agua. Ella tomó el refresco y me miró con profunda desconfianza.
—Pero esto está frío— me dijo con mirada acusadora.
— Porque estaba al lado de la botella de agua y la tarrina de helado—le dije yo.
Volvió a mirarme con desconfianza.
— Espere que llamo a la encargada.
Vino la encargada y palpó la botella y el refresco con la minuciosidad de un cirujano antes de sacarte un ojo.
—Este refresco lo ha cogido usted de la nevera —dictaminó.
Le volví a repetir que no, que yo no mentía, que para qué iba a mentir por 15 cochinos céntimos... Y la encargada me miró aún con más desconfianza que la cajera. Eran las dos contra mi versión, la verdad contra la sospecha. Al final, con una mirada de desprecio inenarrable, me dieron los malditos 15 céntimos.
Valga como argumento para entender mi estúpida pataleta que el día anterior me habían cobrado tres euros de más en la misma tienda. Y eso es una fortuna.
Lo siento. No voy a pasar ni una. Nos podrán quitar 15 céntimos, pero no nos arrebatarán la dignidad.
Desde luego, Amparo, eres de armas tomar.
ResponderEliminar¿Y hablabas de rendirte? Desde luego que no.
"A la lucha,mis valientes, con las uñas, con los dientes".
Aunque ya sean postizos.
Creo que así cantaba Marisol en una película.
Un abrazo,
Amparo
Ja, ja. Y ya puedes suponer que la batalla no era por los quince céntimos, sino por la velada acusación de que estaba mintiendo. Eso sí que no lo tolero. Gracias por tu comentario, Elías.
EliminarEn todos los comercios se equivocan y siempre a favor de la empresa.
ResponderEliminarCasualidad? Abuso? Tienes que reclamar al momento, uego no quieren saber nada.
Saludos.
Exacto Alfred. Por eso siempre hay que mirar la cuenta, y si puede ser, dentro de la propia tienda. Porque, aunque te conozcan, siempre tienden a desconfiar. Así está esta sociedad. Gracias por comentar.
EliminarHay que cambiar de tienda, no se puede consentir que cobren de mas, y hablamos de una cajera, puede que solo esté haciendo méritos. Un abrazo
ResponderEliminarNo creo que haya mala fe, pero cuando reclamas sí que sientes la desconfianza. Y eso molesta, al menos a mí que no robaría ni una hoja de lechuga. Es lo que hay. Muchas gracias por comentar.
EliminarSoy de tu misma opinión, pero todos los días no tiene una el cuerpo para batallas bizantinas, aunque hay que hacerlo.
ResponderEliminarPues yo se ve que me estoy haciendo mayor porque cuando tengo razón refunfuño. Batallas bizantinas o las guerras púnicas, pero que no nos tomen por tontas. Gracias por acercarte a este jardín de jazmines.
Eliminar¡¡Uff¡¡
ResponderEliminarMe dejas helada.
Besos.
Hola Amapola. No soporto que me acusen, aunque sea veladamente, de mentir. No podemos perder la dignidad. Un abrazo.
EliminarHiciste muy bien.
ResponderEliminarYo no dejo pasar ni una.
Besos.
Hola Toro. Yo tampoco paso ni una, pero debo tener cara de gilip...porque todos intentan tomarme el pelo. Abrazos.
EliminarEn el relato que haces queda bien claro, tu versión contra la sospecha, es increíble que se juzgue a alguien no lo por lo que hizo sino por lo que podría haber hecho, si tanto miedo tienen a ser estafadas que pongan cámaras en la tienda. Además, creo que la amabilidad en el trato es fundamental y me parece asombroso que se trate a un cliente de forma tan impertinente. Yo habría hecho lo mismo.
ResponderEliminarUn besito!!
Hola Ana. La verdad es que fue desagradable. Pero yo ya no paso ni una. El respeto se ha perdido y, de alguna forma, hay que recuperarlo. Gracias por comentar.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLos responsables deberían haber aplicado aquello de que el cliente siempre tiene la razón, pero, como en este caso la tenías, tu actitud me parece muy bien. Lo que es justo es justo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola José Antonio. No soporto que me acusen de mentir cuando digo la verdad. Y por quince céntimos discutieron conmigo. En fin, que nadie nos avasalle. Gracias por comentar.
EliminarAl César lo que es del César, yo pienso igual :)
ResponderEliminarMe parece genial tu actitud y tu energía.
ResponderEliminarLo que no entiendo es lo de hacer ir a la encargada y dudar de tu palabra por 30 céntimos. Si llegas a reclamar un euro te someten al polígrafo. Je je
Ahora en serio. Es una total falta de delicadeza, de saber ser amables con la clientela. Peor para ellos con esa actitud perderán clientes.