sábado, 26 de abril de 2014

El secreto de Maurice. Capítulo XXIII


Dos noches sin apenas dormir no fueron suficientes para acallar mi conciencia. Sin embargo, la suerte que a veces el bienhechor no encuentra, la tuve servida en bandeja muy pronto. Era consciente de que iba a embarcarme en una locura, pero no por ello dejaba de tener su atractivo. Esa misma noche hablé con Javier. Necesitaba sentar las bases del plan antes de que el alcohol que aún circulaba por mis venas se evaporase del todo. Sabía que debía ser concisa y no dar pie a preguntas que, en este caso, serían muy difíciles de contestar. Lo confieso: me sentía como una adolescente dispuesta a hacer una travesura, pero como dijo alguien: si no cometemos alguna locura cuando somos jóvenes o medio jóvenes ¿de qué podremos reírnos cuando seamos mayores?
- Necesito libre la tarde del viernes. 
Llevaba a Alice en brazos,. había bajado a que sus padres le dieran el beso de buenas noches y, de paso, obtener el permiso que necesitaba. Noté que a Javier se le dilataba levemente la pupila. Asumí una vez más que me costaba mucho mentir. 
- ¿Y eso? 
- Me han propuesto un viaje turístico a Versalles, y la verdad es que me apetece ir. 
El rostro de Javier se iluminó. 
- ¿Versalles? te encantará. Supongo que visitarás el Palacio, pero no dejes de ver la Aldea de la Reina y el Templo del amor. Hay por allí rincones preciosos. Ven, tengo unos folletos por aquí. 
Tanta amabilidad me hizo sentir muy mal. La mentira había colado como rata por alcantarilla y lo cierto es que me sentí culpable, culpable hasta la médula. Guillermo me había arrastrado hacia  aquella aventura loca y yo me había dejado llevar cual adolescente descarriada. Sin embargo, no estaba dispuesta a echarme atrás, entre otras cosas porque me apetecía pasar aquel fin de semana con Guillermo, me atraía la idea de volver a Normandía y me mataba la curiosidad de saber por qué aquel papel que contenía la lista había sido cortado. Y como ya he dicho, la suerte que el bienhechor merece, en ocasiones la encuentra el villano, en este caso la villana,  porque el mismo jueves por la noche  Javier me llamó.
- ¿Podéis bajar Alice y tu un momento? Juliette y yo tenemos que salir y estamos esperando una llamada en el fijo. 
- Claro que podemos bajar. Un segundo. 
 Claro que podía bajar, por supuesto que no tenía ningún inconveniente, es más, lo estaba deseando.  Después de todo, su sofá era más cómodo que el mío y su frigorífico estaba notoriamente más nutrido que el que habitaba mi pequeño piso. Y por si estas ventajas fueran insuficientes, tendría la posibilidad de poder buscar las llaves  aunque aún tenía una duda: ¿sería capaz de hacerlo? 
Bajé a la ocho en punto. La televisión estaba puesta y Javier había puesto una película de disney. Alice palmoteó encantada, aunque lo cierto es que a aquellas horas ya debía estar acostada. Javier y Juliette salieron apresuradamente, no sin antes decirme que no me cortase, que podía coger lo que quisiera. Era evidente que se referían a cualquier cosa que albergara el frigorífico, pero estaba claro que yo podía interpretarlo  de una forma más extensa. 
Recordaba a la perfección el cajón donde habían dejado las llaves el día que habíamos vuelto de Normandía. Aparador, segundo cajón a la izquierda. Después de dejar a Alice sentada en el sofá, abrí con sigilo el cajón y comprobé que allí seguían, en el rincón derecho medio ocultas por un par de facturas. Me sentía mal, muy mal, y al mismo tiempo sentía como si una corriente de adrenalina recorriese todo mi cuerpo con el ímpetu de un ciclón. Supuse en aquel instante que ese era el ingrediente que no sólo mi cuerpo sino también mi espíritu necesitaban con urgencia: la adrenalina. 
No lo pensé dos veces. Saqué las tres llaves del llavero y las metí en mi bolsillo. Saque de éste otras tres llaves de aspecto parecido y las introduje en la anilla del llavero. Volví a colocar los recibos sobre éstas y cerré el cajón suavemente. Los latidos de mi corazón se habían disparado como un tren de alta velocidad. Intenté respirar en profundidad y darlo por hecho. El primer paso ya estaba dado. Ahora sólo faltaba coger el coche y emprender el viaje. ¿Coche? Ni siquiera sabía si Guillermo tenía coche. Me aterroricé solo de pensar que podía ir de París a Normandía en moto. Era lo primero que iba a preguntarle a Guillermo en cuanto le viera. 
Eran apenas las ocho y media. Javier y Juliette no me habían dicho si tardarían o no, pero supuse que un par de horas estarían aseguradas. Alice seguía con entusiasmo la película y yo decidí cotillear un poco por la casa, Después de lo que acababa de hacer ya no podía sentirme peor, así que puestos a ser mala había que hacerlo a conciencia. Abrí de nuevo el primer cajón y cogí el viejo álbum de fotos que había visto en mi primera inspección junto a las llaves. Como imaginaba, era un álbum de fotos antiguas, pegadas con unos diminutos adhesivos con solapa y cubiertas con un fino papel cebolla. Pasé las páginas con cuidado. Había fotos de una niña que supuse era Juliette de pequeña, otra instantánea en la que aparecía un grupo de hombres apoyados en un coche, y por último, una foto de Maurice acompañado de una mujer que sonreía abiertamente. Sin pensármelos dos veces, despegué las dos ultimas fotos y las guardé en mi bolso. De nuevo sentí el subidón de adrenalina y me pregunté por un instante si estaba perdiendo el juicio. Intentando tranquilizarme, tomé siento junto a Alice, deseando con toda mi alma que mis últimos e indeseables actos no se convirtiesen en una costumbre. 
La niña se caía de sueño. Sus párpados se desplomaban sobre sus dulces ojos como un telón sobre un bello escenario. La cogí en brazos y me senté con ella. Si permanecía un minuto más viendo las aventuras de Shrek, iba a desfallecer, pero quizás era la película la que la mantenía en calma. Cuando volviera de Normandía, si es que podía reintegrarme a mi trabajo, le enseñaría a François las fotos. Estaba segura de que él podría darme los nombres de las personas que aparecían en ellas. ¿Me estaba arriesgando demasiado? probablemente si, pero supuse que llegado un punto ya no hay vuelta atrás. 
Alice se había quedado definitivamente dormida en mis brazos cuando sonó el teléfono. Pensé que, con toda probabilidad, era la llamada por la que estaba allí, la que estaban esperando Javier y Juliette. Con la niña aún en los brazos cogí el teléfono. 
- Bone nuit. Juliette Girad?
- Maitenant, elle n´est pas a la maison - dije en un susurro para no despertar a la niña. 
Al otro lado de la línea sólo escuchaba silencio. 
- Ecoute- moi- dije-
- Asun?
Ya decía yo que me sonaba la voz.
- Guillermo ¿eres tú?
- Sí ¿he llamado a la casa de Juliette o a tu móvil?
- Has llamado a su casa, pero ellos han salido. Yo estoy aquí con la niña. 
Tenía la sensación de estar soñando. 
- El jefe de estudios me dejó el teléfono. Era para confirmar la charla de Juliette. 
- ¡Ah! - dije aún sorprendida ¿entonces le digo algo?
- Que la fecha que ella propuso le viene bien al colegio. 
- De acuerdo, se lo diré - dudé- Guillermo...
-Dime. 
-Tengo las llaves.
- Perfecto, pero no comentes nada por teléfono. 
- Por...
- Quien sabe. Hay que ser cautos. Te recojo el viernes por la tarde. Un beso. 
Colgó y yo lo hice también. Sentía una extraña sensación, una sensación desagradable. Sin saber por qué razón, me sentí traicionada. ¿Y si estaba dando un paso en falso? ¿Y si estaba cavando mi propia tumba? ¿Y si alguien me había tendido una trampa? Debía espantar aquellas ideas de mi cabeza. En ocasiones las casualidades no tienen razón de ser. ¿O sí? Recordé la lista y la cuartilla que me había entregado Guillermo en el restaurante. Abrí el bolso y la recuperé. Leí.
"los nombres que aparecen en la lista no pertenecen a personajes relevantes de la Resistencia, aunque imagino que la historia de muchas de estas personas permanecería en la sombra para siempre. Sólo he encontrado algo de uno de ellos, Roland Archin, redactor del periódico Combat y miembro de un grupo de sabotaje, fue capturado por la Gestapo y conducido al campo de concentración de Auschwitz donde murió. En referencia a Alex Villaplane ¿lo recuerdas? puedo decirte que fue un futbolista bastante reconocido hasta que con la llegada de la guerra, se unió con Henri Lapont y Pierre Bonny,  dos indeseables que formarían la llamada Gestapo francesa. Respecto a François, he encontrado muy poca información y ni siquiera se si se refiere a él. En este sentido, parece ser que colaboró sobre todo en acciones de información y comunicación, al igual que Maurice.  Espero haberte servido de ayuda. 
Doblé la cartulina. En realidad ¿quería saber más de todo aquello? ¿ Estaba dispuesta a viajar en el tiempo para saciar mi perversa curiosidad? Me caía de sueño y al final me quedé dormida mientras en la pantalla la princesa Fiona se transformaba en ogro, y a pesar de esa fatal circunstancia, Shrek la siguió amando. Después de todo él también era un ogro. 

9 comentarios:

  1. Bueno sin tapujos, sin disimulos, debo admitir que definitivamente yo ya me he perdido.
    Pero me lo leo todo sin pestañear. ¿Me habré transformado también yo en un ogro que me lo trago todo?

    ¿No tienes remordimientos de conciencia por todo lo que nos estás haciendo? Tú descargas adrenalina pero yo estoy con el alma en un puño a ver por dónde vas a salir, por cómo va a terminar esto. Porque, esto acaba ¿verdad? ¿o no?

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    1. Ja, ja, Elías. Tengo una leve idea de por donde va a salir. Y espero poder acabar la novela aunque tengo poco tiempo y tu sabes que soy más bien de relatos cortos, pero algo saldrá. Gracias por tu comentario. Esta tarde he visto a Olivia, Isa, mari luz y Vicen. Hemos ido al tanatorio de Catarroja. El padre de Fani nos dejó ayer por la tarde. Ya sé que no es éste lugar para decírtelo aunque supongo que ya lo sabías. Un abrazo.

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  2. Bueno sin tapujos, sin disimulos, debo admitir que definitivamente yo ya me he perdido.
    Pero me lo leo todo sin pestañear. ¿Me habré transformado también yo en un ogro que me lo trago todo?

    ¿No tienes remordimientos de conciencia por todo lo que nos estás haciendo? Tú descargas adrenalina pero yo estoy con el alma en un puño a ver por dónde vas a salir, por cómo va a terminar esto. Porque, esto acaba ¿verdad? ¿o no?

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  3. ¿Donde han ido? Estoy deseando que vuelvan

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    1. Yo también, Esther. Se van a Normandía, a la casa donde Asun pasó las vacaciones junto a juliette y javier. Ya veremos los que nos traen.

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  4. Que magnífico relato.

    Como me gustaría volver a visitar a Versalles.

    Un abrazo, querida Amparo.

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    1. Gracias Ricardo. La verdad es que yo nunca he estado en Versalles y eso que me pilla más cerca que a tí. Me alegra que te haya gustado. A ver si consigo publicar pronto el próximo capítulo.

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  5. Acabo de leer los dos últimos capítulos de un tirón. ¡Y ahora tengo que esperar para saber cómo sigue! Y a mi me da que aquí hay mucho gato encerrado. Esperaré pacientemente para saber que sorpresas les esperan en Normandía ;))

    Besos

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  6. Entretenido, vamos a ver si ella llega al final del asunto, y de paso todos saciamos nuestra curiosidad.
    Un abrazo
    ;)

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