lunes, 28 de abril de 2014

Los malideosos mangantes.


No, que no van bien las cosas, está claro. A veces van tan mal que te entra la risa floja, te da el encanamiento carcajeico y acabas cayéndote del sofá.  Este país se nos desmorona, se nos va de las manos, se nos sale de madre.  Casi a diario, las calles son escenario de batallas campales en las que la desesperación es el arma mas mortífera, en los que algunos caen en la trampa facilona de la violencia, en las que se pierden por completo los nervios.  ¿ Y por qué será? Porque el ser humano tiene un límite, un límite donde la razón se pierde y comienza la locura.  Dicen algunos gilipones - los que triunfan -, que fracasar enriquece, que perder motiva y te hace reaccionar, que la frustración es un reto... Pero también hasta un límite. Las situaciones duras que se alargan en el tiempo destrozan el ánimo y ahogan cualquier atisbo de ilusión. Queremos ser buenos, intentamos ser pacientes, procuramos no perder los nervios, pero hasta aquí hemos llegado. Nos han dicho que no hay dinero para sanidad ni para educación, pero hemos visto que si lo hay para rescatar bancos y autopistas de pago. Nos han dicho que había que atarse los cinturones bien prietos, pero no nos habían comunicado que nos los iban a atar al cuello hasta la asfixia. No somos héroes ni queremos serlo, ni mucho menos, mártires. 

Se pretende, entre otras muchas cosas,  que los discapacitados copaguen los servicios que reciben de la Administración porque está claro que, como decía Patricia Flores, viceconsejera de Asistencia Sanitaria de la ciudad de Madrid.  el Estado no tiene por qué mantener a los enfermos crónicos. Claro, tiene razón la muchacha, y puestos a dar ideas ¿por que no los tiramos a la hoguera como se hacía en la Edad Media con las personas que se atrevían a exponer lo que pensaban?  O los enviamos a un viaje del Inserso que, con un poco de suerte, se caen por un barranco. Así, posiblemente, las arcas del estado recuperarían su buena salud y los políticos podrían zamparse más mariscadas/centolladas.  
Pero ahí no queda todo. El presidente del Colegio de médicos, Juan José Rodriguez,  debe haber esnifado algo para poder esgrimir esta nueva idea: el tal señor afirma que las consultas a urgencias que no sean verdaderas urgencias  deberían ser penalizadas. Así que, según este docto doctor, debemos ser nosotros mismos los que evaluemos si ese incómodo dolor que sentimos en el pecho se debe a una leve crisis de ansiedad o a un infartito de muerte, si es mejor ir al médico de cabecera y estar esperando dos horas con el corazón partio o presentarse en urgencias y que encima te caiga la bronca del siglo y alguna que otra multa. 
Y es que verdaderamente los que sobran en esta sociedad nuestra son los malideosos, o sea, aquellos que gastan su tiempo - y cobran por ello-, en gestar  ideas tan malas que ni Mortadelo ni Filemón osarían llevarlas a cabo. ¿Queréis mas perlas cultivadas ? Pues las hay a paletadas. Arturo fernandez, de la CEOE, afirma que "Los hogares españoles ya sonríen", pues claro que sí, hombre, se mueren de risa mientras contemplan embobados el recibo de la luz, se parten el culo a carcajadas cuando se dan cuenta de que no pueden comprar la merienda a sus hijos, se tronchan cuando llega la orden de desahucio. ¿Quien había dicho que este país no tiene sentido del humor? 
Venga, que dentro de poco los niños dejarán de cantar y de tocar la flauta y las calles se nos llenarán de ratas. La música, de la mano del omnipresente Wert, desaparece de la educación primaria desoyendo por completo las sabias palabras de Platón que afirmaba  que la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. Por cierto, hablando de filósofos, este mismo ministro ha tenido "a bien" convertir en optativa una asignatura tan importante como la filosofía, una asignatura que enseña a pensar libremente. ¿Será por eso?
Y para completar tan espectacular panorama de reyertas callejeras, tonterías varias, órdenes esperpénticas y desordenes morales,  llega Monseñor Rouco Valera -¿pero este hombre no se había jubilado?-, y pone la guinda al pavo al afirmar en el funeral por Adolfo Suarez que, dados las sucesos que acaecen en el país últimamente, podríamos estar sentando las bases de una próxima guerra civil.
¡Ay Dios, que me da un yuyu! Que no digo yo que en el fondo no tenga un pelín de razón, pero esas cosas no se dicen en voz alta y menos en un funeral por un hombre - añorado Suarez- que no tenía otra obsesión sino lograr la concordia entre todos los españoles, incluidos los que tengan ocho apellidos vascos, seis catalanes y cinco andaluces,
En fin, que estamos perdiendo el norte y los demás puntos cardenales, que diga, cardinales.  ¿Una buena noticia? pues que la Corte Internacional de Justicia  ha prohibido a los japoneses seguir pescando ballenas, ese bellísimo cetáceo que a partir de ahora vivirá libre en las aguas del Ártico. Decían los japoneses - pero qué listos son esos pequeñajos-, que era con fines científicos, pero claro, las mentiras siempre acaban flotando como las ballenas muertas y, sobre todo, si éstas acaban despedazadas en la isla de frío de cualquier supermercado de barrio. 
Y mientras, nosotros, que nadamos en aguas mucho más turbias que las del frío ártico, seguiremos esperando que el viento gire y nos refresque la cara, nos devuelva los sueños y nos haga sonreír de verdad. Eso si no estalla la tercera Guerra mundial, que por ahí arriba los ánimos están un poco alterados. Sólo falta encender la mecha. 
Yo, por si acaso, y en cuanto acabe estas líneas de desesperanza esperanzada, me bajo al mercadona a ver si lleno la despensa. 

11 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Ya ves. Al menos, los políticos deberían tener un poco de sentido común. ¿Podremos ponernos algún día de acuerdo?

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  2. Muy pesimista estás hoy, Abrazos

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    1. Sí, la verdad es que no estoy muy optimista. Hace falta buena voluntad para salir adelante ¿Qué importa el partido? Importan sólo las personas. Y por aquí por el mediterráneo la corrupción es una planta que goza de muy buena salud.

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  3. Todo un desahogo el tuyo, es que hay cosas que nos indignan tanto que es imposible callárselo. Pero entre tanta desesperanza y decepción y hastío podemos hacer una cosa, salir a la calle, protestar por todo, no tragar por tragar.
    ;)

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    1. Es que a veces oyes algunas declaraciones y piensas: ¿será una broma? hemos perdido el sentido común, la lógica, el norte y el sur. Pero como bien dices, ellos no podemos callar por más tiempo.

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  4. Suscribo, punto por punto, todo lo que denuncias.
    Y lo malo es que habría muchos más ejemplos que harían interminable esta entrada.
    Sigue así.

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    1. Y tantos que los hay. pero entonces la entrada no sólo sería muy larga sino casi insoportable. Estoy cansada de escuchar tantas gilipo... tonterías.

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    2. Me ha gustado la palabra "gilipotonterías".
      Solicito, formalmente, permiso para utiliarla.
      1b7.

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    3. Tienes todo el permiso para utilizar la palabra y cualquier otra que veas inventada.

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