miércoles, 8 de febrero de 2012

El reencuentro

Manuel es un hombre joven y alto, con una mirada limpia y alegre. Como cada domingo, ha salido a comprar la prensa de buena mañana y ahora la está hojeando junto a un café caliente y un par de tostadas. En ese año de 1977 España despierta al sueño de la democracia, y el optimismo de ver nacer una nueva era se refleja en cada una de las noticias del periódico dominical. Hace un espléndido día de invierno en la hermosa ciudad de Sevilla y se extiende por delante toda una jornada de descanso. Manuel abre el dominical que acompaña al diario y se encuentra con un relato corto, Historia de Pepe J, escrito por una colaboradora valenciana. Lo lee atentamente. Se trata de un hombre que, caminando por la calle, va encontrándose con ciertas cosas que le indignan: la tala despiadada de los árboles centenarios, las malas noticias de los periódicos, los niños que mendigan sobre la acera húmeda... el hombre vuelve a casa malhumorado y sombrío. Le grita a su mujer y castiga a su hijo sin motivo. No está de acuerdo con el sistema pero siente que no puede hacer nada para cambiarlo. Sin embargo, poco a poco se va acostumbrando a aceptar lo que detesta, va adaptándose a las normas no escritas de una sociedad materialista e insolidaria que no entiende ya de sentimientos.

Manuel queda impresionado por el relato. Cuando acaba de leerlo se da cuenta de que él no quiere convertirse en un Pepe J. en un ser sospechosamente inhumano, como acaba definiéndolo el relato. Lo único que pretende es ser una persona que respete la naturaleza, que ame a las plantas y a los animales, que se conmueva ante el dolor humano. Quiere ser un hombre que se indigne con las injusticias, que no se acostumbre nunca a lo que le duele en lo más profundo de su alma. Por esa razón, recorta el relato y lo guarda en su cartera, doblado cuidadosamente, para poder leerlo de vez en cuando.

Amparo es una escritora joven llena de ilusiones. Aquel domingo de invierno da saltos de alegría cuando ve que uno de sus relatos, la Historia de Pepe j. ha sido publicado en el dominical.
Ella piensa sinceramente que el relato no es nada del otro mundo, pero está al `principio del camino y tiene toda la vida por delante para ir mejorando. Recorta el relato y lo guarda en una carpeta junto a otros que no han tenido tanta suerte. Sin embargo, con el paso del tiempo lo olvida, lo olvida completamente.

Hasta treinta y cinco años después.

Amparo está tonteando con el ordenador una fría tarde de invierno. Ya peina canas, pero ha seguido escribiendo desde aquel primer relato con la misma minuciosidad que una hormiga recoge semillas. Se ha adaptado a las nuevas tecnologías y tiene un blog al que ha llamado Yo fui un gato, porque más de una vez se ha sentido un gato, un gato revoltoso, un gato abandonado, un gato dulce y a la vez furioso. He dicho que Amparo tontea con el ordenador porque está un poco de bajón. Tiene la sensación de que casi nadie lee lo que escribe y de que sus palabras se las lleva un viento de levante hacia tierras muy, muy lejanas.

Distraídamente, entra en Google, pincha en Imágenes y escribe su nombre. A ver qué sale. Buscar por buscar- piensa- porque está harta de ver paisajes alpinos y ofertas de viajes que probablemente nunca realizará. Pero cuando la página se abre encuentra algo que no esperaba, En la esquina superior izquierda de la pantalla del ordenador, alguien ha colgado una foto de uno de sus relatos, Historia de pepe J. Amparo ya no lo recuerda, en absoluto. Alentada por una enorme curiosidad, comienza a leer, El relato ha sido subido hace apenas dos meses por alguien que afirma que lo ha llevado guardado en su cartera desde hace treinta y cinco años. Amparo se emociona, no puede creerlo, pero sigue leyendo. La persona que ha guardado tanto tiempo su relato no quiso convertirse en un Pepe j cualquiera, en un hombre sospechosamente inhumano.

Amparo sonríe. ¿Por qué no escribir un comentario a un lector tan fiel, quizá el más fiel que haya tenido nunca? Y lo escribe, y le dice que es la autora del relato, aquella joven inconformista que hace tantos años escribió ese relato, y que a pesar del tiempo pasado, sigue escribiendo, aunque el éxito soñado se perdiera por el camino y la esperanza de hacerse un hueco en el mundo literario se fuera haciendo trizas poco a poco.

Cuando Manuel lee el comentario no puede creerlo. ¿Es posible que relato y autora se hayan encontrado después de tantos años y precisamente en su blog?

La vida es así, casual, sorprendente, misteriosa, diseñada sobre círculos concéntricos. Apenas han pasado treinta y cinco años, un breve suspiro, un leve parpadeo en el tiempo. Hoy Manuel y Amparo mantienen largas conversaciones on-line. Se conocen poco, pero Amparo tiene algo muy claro: Manuel consiguió lo que pretendía, no ser nunca como Pepe J. y probablemente ahora es un hombre tremendamente humano y feliz.

Te lo debía Manuel. Sigue leyéndome.

8 comentarios:

  1. Una historia muy conmovedora. Lo cierto es que los medios que hoy tenemos dan lugar a situaciones de lo más insospechados y al mismo tiempo con toda la carga de romanticismo que le queramos dar.
    Hace años me apunté a la aventura de escribir en estas nubes por las que andamos, por eso me identifico con la historia.
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Amparo, sigues siendo la misma chiquilla de hace 35 años.
    Sí, ya sé que entonces no te conocía. Yo te conocí más tarde.
    Tienes un poder de emocionar muy grande. Cada vez que te leo me emociono.
    Sigue siendo, y escribiendo, tal como eres. Sigue siendo esa chiquilla, emotiva, inquieta, ilusionada, sincera, ingenua, inocente,...que siempre has sido.
    Gracias, por escribir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras y por todos esos maravillosos adjetivos. Mis hijos dicen que soy un poco gili... de tan sincera y tan inocente, pero ahora ya no estoy dispuesta a cambiar. Gracias por seguir leyéndome.

      Eliminar
  3. Querida Amparo. He quedado profundamente emocionado que me hayas dedicado este breve relato sobre el otro de PepeJ.

    Hacía tiempo que no se me saltaban las lágrimas, ya pensaba que no me quedaban y mira por donde tú me haz sacado de esa duda.

    Aún estoy afectado desde esta mañana cuando leí tu artículo y no he querido escribirte antes, hasta tener preparado tu artículo para publicarlo en el blog.
    Gracias, muchas gracias. Lo que haz hecho a culminado con esos treinta y pico años que Pepe J. me acompaña y por supuesto que tú, misma me ha acompañado y seguiréis los dos en mi cartera hasta el ultimo día de mi vida.
    Claro que seguiré publicando y leyendo tus cosas. Como no iba a hacerlo de otra manera. Si me gustó tu forma de escribir hace más treinta años, como no iba a gustarme ahora desde la madurez literaria que ahora tienes.
    Muchas gracias de todo corazón querida amiga. Y que Dios te bendiga con las mejores cosas que te pueda mandar por lo que haz hecho por mi.

    Un fuerte abrazo de este que es tu amigo por siempre.
    Manuel Fuerte (Martin Lasky - LA BOLSA DEL MERCADER)

    TE MANDO EL ENLACE A TU ARTÍCULO PUBLICADO EN MI BLOG. ESPERO QUE TE GUSTE:

    http://labolsadelmercader.wordpress.com/2012/02/09/el-reencuentro-por-amparo-puig-valdes/

    ResponderEliminar
  4. http://labolsadelmercader.wordpress.com/2012/02/09/el-reencuentro-por-amparo-puig-valdes/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Manuel, gracias por tus palabras. Vas a hacerme famosa en Sevilla. A ver si es verdad eso de que nadie es profeta en su tierra. Un abrazo.

      Eliminar
  5. Gracias a todos por leerme y dedicarme vuestro tiempo. Elías, es verdad, mi espíritu no se resigna a envejecer y sigo siendo la chiquilla de hace treintya cinco años. Supongo que mucha gente aq esto le llamaría inmadurez, pero no me importa. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Amparo, Manuel no es único que te lee. Yo también lo hago.
    Un cariñoso saludo.
    Pepín.

    ResponderEliminar