martes, 19 de abril de 2022

La niña bajo la lluvia

 


Llovía a cántaros y unas nubes oscuras y deshilachadas cubrían la ciudad. La niña daba saltitos por el vestíbulo, como una alocada rana adolescente.

—¡Aitana!—gritó su madre desde la cocina—, coge la mochila y vete al colegio de una vez. Tienes el almuerzo en la encimera.

Pero la niña no contestó. Correteaba por la escalera, simulaba jugar al sambori sobre las baldosas del recibidor. 

A principios de curso, la tutora había convocado a padres y madres en el colegio para decirles que, a partir de los nueve años, podían ir solos a clase. Según ella, de esa forma se reafirmaba su seguridad e independencia. 

—¡Aitana!—volvió a gritar—. Te vas a encontrar la puerta del colegio cerrada a cal y canto. 

Al final la niña salió con igual ligereza del ave que escapa por una ventana. No había cogido ni la mochila ni el almuerzo.

—¡Por Dios!—exclamó la madre al verlo.

A sus espaldas se abrió una puerta. Era su marido, con el pelo alborotado y los ojos legañosos.

—¿Pero qué pasa? He oído gritos.

—Pues lo de siempre. Aitana ha vuelto a dejarse la mochila y el almuerzo. Ni siquiera ha cogido el paraguas con la que está cayendo. 

El hombre cogió a su mujer de la cintura y la llevó de nuevo a la cocina.

—No te preocupes. Sabes que no se mojará. Y sabes también que no necesita almuerzo.

La mujer palideció.

—No vuelvas a decirlo —rogó. 

—Pero tienes que escucharlo. Aitana murió hace ya cuatro meses y...

—No, no...-susurró ella mientras le daba la espalda.

—Tienes que aceptarlo. El psiquiatra ya nos dijo que es cuestión de tiempo que dejes de tener esas alucinaciones. Todo pasará —añadió abrazándola.

—La tutora —balbuceó ella— estaba equivocada. Aquel día, aquel hombre... El dolor no pasará nunca. 

El hombre sabía que ella tenía razón, pero no dijo nada, solo la abrazó con más fuerza. 

Mientras tanto, en la calle una niña corría bajo la lluvia, saltando de charco en charco, como una alocada rana adolescente. Una niña sin mochila, sin almuerzo y sin miedo. 

28 comentarios:

  1. No sé qué decir. Me he quedado asombrado.
    El relato me ha conmovido, pero no creo haberlo entendido del todo.
    Y encima la niña mojándose.
    Me ha sorprendido.
    Elías.

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    1. Hola Elías. Quería escribir algo diferente, algo misterioso, por variar un poco. Espero que te haya gustado.

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  2. Vuelvo a releer el relato y quiero entender que el último párrafo se refiere a aquel día.
    Aquel día fatídico, que la niña no tenía miedo, cuando apareció aquel hombre y....
    Elías.

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    1. Exacto. Cuánta incertidumbre cuando nuestros hijos empezaron a ir solos al colegio.

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  3. Cuanto dolor, cuentas una història que nos acongoja, nos ponemos en el sitio de la madre y duele, y te escondes en la locura. Abrazo

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    1. Hola Esther. Cuando escucho noticias de ese tipo me preguntó cómo se puede soportar tanto dolor. Y la locura puede ser, sin duda, un refugio inevitable. Gracias por comentar.

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  4. Pues si,una historia un poco triste........Es verdad que creo que es bueno que los niños se vayan haciendo autosuficientes,lo que pasa que hay mucho tarao,pero da igual que seas una niña ,una adolescente,una mujer o una anciana.....ojalá viviesemos en un mundo más humano .

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    1. Ojalá viviéramos en un mundo más respetuoso, desde luego. Pero es lo que hay. Por esa razón hay que ser prudentes.

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  5. Soy Laura. Como todos tus relatos preciosos y con dejando a nuestra imaginación solucionar esa pizca de misterio.

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    1. Hola Laura. El misterio, el dolor, los fantasmas... Era un terreno desconocido para mi y me apetecía escribir algo así. Me alegro de que te haya gustado.

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  6. Esas alucinaciones que impiden aceptar la verdad.
    ¿Pero quién quiere según que verdad?

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    1. Hola Alfred. Esas alucinaciones y negaciones pueden proteger de la locura o conducir a ella. Nunca había tratado estos temas, pero ya era hora. Gracias por la visita.

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  7. Te aplaudo.
    El relato es magnífico.
    Además podría hacerse un excelente cortometraje.
    Me ha gustado mucho, muchísimo.

    Besos.

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    1. Bueno, me dejas alucinada. Lo escribí en el tren. Un honor viniendo de ti. Muchas gracias. Era un tema que nunca había tocado.

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    1. Gracias, hijo. Supongo que no puedes ser objetivo. Cenamos?

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  9. La madre se quedó en el pasado, viendo a su hija saltar en los charcos,tocando la locura o los límites de otra dimensión... Muy bueno y creativo, Amparo...Duele la realidad y a la vez hay un atisbo de esperanza, porque puede ser un mensaje del más allá...
    Te felicito por tu creatividad.
    Mi abrazo y feliz noche, amiga.

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    1. Hola María Jesús. Cuando escucho noticias de este tipo siempre me preguntó cómo se puede soportar ese nivel de sufrimiento. Supongo que el cerebro, negando o enloqueciendo, trata de protegerte. Gracias por tu comentario.

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  10. Un relato estremecedor, Amparo, por desgracia más cercano a la realidad de lo que pudiera parecer. Un abrazo

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    1. Hola Arruillo. Cuánto tiempo. Nunca había escrito sobre estos temas y cedí a la tentación.Me alegra verte por mi jardín de jazmines abandonados. Gracias por comentar.

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  11. Creo que a mí me pasaría como a esa madre. Terrible.
    El final lo veo yo como la niña ya libre de ataduras en espíritu, fíjate. La mente que busca un consuelo, supongo.
    Muy bueno el relato
    Besitos, Carmen

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    1. Hola Carmen. Bienvenida. Yo creo,sinceramente, que no podría soportarlo. La mente, a veces con la locura. nos intenta proteger del dolor. Nos leemos. Gracias por comentar.

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  12. Muy bueno, como siempre, y tremendamente conmovedor

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  13. Hola Sofía. Me alegra que te guste. Gracias por visitar mi blog.

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