domingo, 28 de julio de 2019

El fuego y el vencejo


Resultado de imagen de incendio forestal Beneixama


Mediaba la mañana. Mi hijo y yo leíamos junto al pequeño patio de la casa del pueblo. De repente llegó un mensaje breve, conciso: Amparo, tenim un problema en forma de pardal. Me faltó tiempo para salir de casa y entrar en la de al lado, la casa familiar. El mensaje me había sido enviado por Joan Benesiu, el magnifico escritor de piezas tan enormes y aplaudidas como Gegants de gel y Serem Atlántida. Y allí estaba él, en el patio blanco y azul, junto a una pequeña pila de piedra. Y junto a la pila, en el suelo empedrado, un pequeño pájaro negro, una golondrina o un vencejo vencido por el calor y la sed.
Pareix que estiga morint-se—me dijo. 
Lo cogí con facilidad. Los días de tremendo calor, como aquel, es fácil verlos caer, impotentes, cansados, sedientos. Lo primero fue darle agua, poco a poco, agua que bebió con avidez. Luego le dimos de comer algo seguramente inapropiado —pequeños trozos de salchicha—, mientras nos preguntábamos cuál era el menú habitual de golondrinas y vencejos.
Le preparé una especie de nido en una cesta de mimbre, junto al patio, por si de repente quisiera echar a volar, pero él prefería escalar el sillón, igualmente de mimbre, y quedarse pegado a la pared, como si sintiera la necesidad de sentir el frescor del ladrillo desnudo en su negra panza.
Pasó la primera noche y el "birdo", como lo llamó mi hijo, sobrevivió. Era 15 de julio del 19. Mientras el vencejo hacía pequeños vuelos de entrenamiento por la casa, un terrible incendio forestal destrozó la sierra de la solana, se la comió a bocados de fuego mientras los aviones y los helicópteros iban y venían. tratando de evitar la catástrofe. Algunas personas lloraban y maldecían al autor de aquel tremendo apocalipsis que llenó el aire de pavesas y desesperanza. 
Tuve que volver a Valencia por motivos de trabajo, Desde el tren podía verse la terrible columna de humo que desprendía la sierra, una sierra que formaba parte de mi adolescencia, y sentí que mis recuerdos se quemaban con ella convertidos en cenizas. ¿Quién puede matar un monte?
A los pocos días mi hijo me mandó un video. El pequeño pájaro volaba ya por toda la casa, escaleras arriba y abajo, entraba y salía del patio con energía renovada. Se había recuperado por completo. Lo soltó en el campo y me dijo que había volado hacia el infinito, hacia el cielo azul, hacia su bandada. 
Me sentí feliz. Y me pregunté en ese momento cómo se sentiría el hijo de puta que quemó el monte y que acabó con la vida de aquellos que, abrazados para siempre a la tierra, no pueden huir, los árboles. Y con ellos, las ardillas, las liebres, los jabalíes... El ser humano como única arma de destrucción masiva y perversa. 
Pero yo prefiero pensar en el pájaro que recuperó la vida.

8 comentarios:

  1. Acabo de leerle tu relato a mi nieta Daniela mientras paseábamos por la muralla de Ávila bajo el cálido sol de un fresco atardecer de verano.
    Me ha dicho "me ha gustado mucho iaio"
    Saludos desde Aviña.
    José Molina (El Comandant)

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    1. Me encanta.y qué bien escribes comandant. Un en orme beso para Daniela.

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  2. Una historia muy tierna viendo como todavía queda gente con corazón .....y a la vez quedándome con el corazón roto por ver que hay gente que sólo le gusta destruir el mundo....en fin una de cal y otra de arena.

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    1. Debemos equilibrar el mal con el bien. No puedo entender al que quema un monte, al que destruye por destruir o por divertirse, que aun es peor. Pero siempre nos quedará el uelo del pájaro.

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  3. Hay mucho enfermo suelto por ahí, que no frecuenta ambulatorios ni hospitales. Y mucho desalmado, sin corazón ni escrúpulos, siempre dispuesto a destrozarnos a todos el futuro.
    Suerte que todavía queda genta buena en el mundo.
    Gracias.

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    1. Gracias a ti por tu comentario. El mundo se está volviendo loco, muy loco.

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  4. No tiene otro nombre que hijo de puta el que provoca un incendio y destruye naturaleza, animales y hábitat. Tu relato me ha parecido maravilloso, y mas lo que se desprende de el: ese amor hacía los animales, rescatarlo, cuidarlo, ser buena persona como eres tú y tu vecino. Gracias por ser así.
    Un abrazo

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    1. Gracias Ana. No puedo comprender a aquel que destruye por destruir. En una zona tan castigada por la sequía como es el interior de Alicante, ver arder un monte es saber que nunca más lo vas a volver a ver como fue. Doloroso. Muchas gracias por tu comentario.

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