Segundo domingo de Pascua, hace tantos años. Una bata de cuadros vichy recién estrenada y las zapatillas pascueras compradas en la calle Serranos. La cesta de mimbre y la mona de pascua. Sin olvidar la cuerda para saltar a la comba y el cachirulo de papel con cola de retales de tela. No hacía falta mucho para ser feliz, sólo un brazal cualquiera para sentarse al borde de una huerta. Atardeceres mágicos esfumados entre la boira de recuerdos apresados en la memoria. Fue entonces cuando había toda una vida por delante. Pero no éramos conscientes.
Olvidada por completo la niña que fui, veo ahora que la Humanidad camina entre charcos de sangre, palabras de filo punzante y atrocidades inagotables. Y me pregunto dónde quedó la misericordia -divina o humana, qué más da-, y en qué lugar de la vieja casa guardé el último cachirulo.
Quizás aún fuera capaz de alzar el vuelo.
Palabras que saben a nostalgias, me ha gustado mucho, me encanta como escribes, como haces que las palabras fluyan.
ResponderEliminarSaludos Amparo
:)
Gracias Ana, A veces puedes comprimir todos tus recuerdos en muy pocas frases. Espero que las palabras sigan fluyendo y la inspiración no se vaya de vacaciones. Saludos igualmente.
EliminarLa humanidad desaparecerá.
ResponderEliminarMás tarde o más temprano alguien se cargará el planeta.
Lo merecemos.
Besos.
Sí Toro. Yo creo que ya nos lo estamos cargando meticulosamente, un poquito cada día. Y desde luego que lo merecemos. No tratamos bien el lugar que habitamos y eso nos explotará en la cara.
EliminarAunque tengamos (al menos yo) más vida detrás que delante, no es bueno mirar demasiado hacia atrás, no nos quedemos como la mujer de Lot.
ResponderEliminarLo malo es que lo describes tan bien que es imposible abstraerse y pensar que no va con nosotros.
Qué tiempos. Yo, aquí en Valencia, iba a saltar a la comba (por "tropezar" con las chicas) al campo, justo donde ahora está Nuevo Centro de El Corte Inglés. Era toda una excursión.
¿Así que ibas a saltar a la comba para tropezar con las chicas? Qué pillería más inocente igualmente. Nosotros, cuando nos quedábamos en la ciudad, bajábamos al rio, que entonces era un rio, y allí volábamos el cachirulo. A veces es bueno mirar atrás para reconocer lo felices que fuimos.
EliminarAún se puede, mientras haya vida habrá esperanza... volverán aquellos tiempos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Rafael. La esperanza y la vida van de la mano y nunca deben separarse. Espero que vaya todo bien por ahí. Lo último que leí tuyo me dejó un poco preocupada.
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