Es éste un blog literario donde pretendo dar a conocer mis relatos y cuentos. Espero vuestra lectura y vuestros sinceros comentarios.
martes, 14 de octubre de 2014
Tarjetas negras.
La madre tiende la ropa al sol, un sol de octubre, que por justiciero, parece arrancado al mes de julio.
- ¿Mamá, qué es un fantasma?
La madre deja las pinzas sobre el cesto.
- Pues no sé - dice-. Alguien que se aparece y te da un susto.
- ¿Y algo negro?
- Pues algo negro, hijo. Mira que haces unas preguntas...
- ¿Y algo opaco?
Una pinza cae al vacío.
- Búscalo en el diccionario, que para eso lo tienes.
El niño vuelve a su mesa de estudio. Busca en el diccionario como le ha aconsejado su madre. Ella sigue tendiendo la colada.
- Mamá, el diccionario dice que es algo que impide el paso de la luz y que también impide ver a través de su masa lo que hay detrás.
- Pues eso - corrobora la madre mientras tiende una camiseta-.
Otra pinza cae al vacío.
- Si impide el paso de la luz es algo oscuro ¿no?
- Y tanto- contesta la madre-. Pero ¿a qué vienen tantas preguntas?
- Han dicho en la tele que hay unas tarjetas negras, opacas, fantasmas, oscuras, que sirven para comprar de todo: helados, comidas, masajes, juguetes... ¿Por qué tú no tienes una?
- Porque soy pobre y gilipollas, cariño.
- ¿Y quienes tienen las tarjetas?
La madre deja el cesto de la ropa sobre la mesa camilla que hay junto a la ventana.
- Pues todos aquellos que son unos ladrones, chorizos, rateros, mangantes, estafadores, corruptos, abusones y cabr... cretinos.
El niño abre los ojos como platos llanos.
- Es increíble - dice-.
- Ya lo ves, cariño, esta es la sociedad en la que vas a crecer.
- No, si no digo que sea increíble por eso.
- ¿Entonces?
- Por la cantidad de sinónimos que tiene el castellano.
Y la ropa vuela con la brisa cálida de un día de otoño perdido en el verano.
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Pues sí, Amparo, esa madre tiene más razón que un santo, como se decía antes, ahora ya no sé si hay santos, o sólo personas comprometidas.
ResponderEliminarPero ahora, ya lo aventuraba alguien hace 20 siglos, ya no hay diferencias, ya no hay rojos ni azules, derechas ni izquierdas, nuestros ni de ellos, ahora todos son iguales: sinvergüenzas.
Igual es verdad que el poder corrompe y el dinero corrompe aún más. Yo como no tengo dinero ni poder, me siento tranquila. Pero sí, realmente lo que hay es una crísis de moral y eso es difícil de arreglar.
EliminarMuy bueno. Soy contraria a aquello de que "cualquier tiempo pasado fue peor" pero estoy empezando a rectificar. Un abrazo
ResponderEliminarHay demasiada gente que está traspasando los límites de la decencia, pero en una país como éste, que está soportando lo que está soportando, no hay derecho a que la gente se enriquezca de esa manera. Es sencillamente inmoral.
EliminarDefinitivamente nuestro idioma es una maravilla, tu relato es un botón para la muestra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nuestro idioma, Rafael, es inmensamente rico y eso que cada vez manejamos menos palabras. Todavía podría haber utilizado más sinónimos para definir a esa gentuza que utilizaba las tarjetas opacas. Un abrazo.
EliminarEstupendo, Amparo.
ResponderEliminarY además demuestras que sin necesidad de acudir a palabras rimbombantes ni a una prosa recargada se puede contar una historia por muy oscura que sea (oscura como el alma de sus personajes).
1b7
La verdad es que siempre escribo sencillo porque es una forma de llegar a todo el mundo. Y esta historia, la verdad, es oscura y vergonzante. ¡Cuánto aguante tenemos los españoles! Quizás demasiado.
EliminarSe puede buscar la palabra que se quiera pero todos vienen a decir que sí, que son unos ladrones sin escrúpulos y unos aprovechados.
ResponderEliminarGenial relato y muy actual
:D
Y esa es la gente que "aconseja", que debe servir de ejemplo. Se me rompen todos los esquemas cuando pienso que ha habido desahucios por deudas de 900 euros mientras algunos de ellos se han gastado 1.600 euros en helados. Sin palabras.
EliminarDe pillos está bien servido este país y además de pillos orgullosos de serlo. Y así nos va a los demás, que encima tenemos que soportar que esos mismos "listos" nos digan que la culpa es nuestra por querer cobrar mucho y trabajar poco.
ResponderEliminarMenos mal que el castellano al menos nos permite desfogarnos un poco en momentos como éste.
Una vez más Amparo, estoy contigo, palabra por palabra. Una buena lección.
Besos
Efectivamente Jara. No se puede estar pidiendo austeridad mientras puno se gasta en chorradas lo que le da la gana. Y encima algunas proponen que hay que bajar el salario mínimo. Hemos perdido el norte y sólo nos quedan las palabras, muchas palabras. Un abrazo.
EliminarExcelente narrativa con un brillante humor sarcástico, duro, y de frente. Un abrazo grande.
ResponderEliminarHola Ricardo. Estoy intentando comentarte tu última entrada pero no hay forma, no sé por qué. Respecto a este texto, sólo decirte que ahora mismo en España hay un nivel de corrupción muy alto. Es realmente una terrible crísis de moral donde el poder y el dinero corrompen cuanto toca. Un abrazo.
EliminarSolo les falta reírse ven nuestra cara.
ResponderEliminarMenudos sinvergüenzas.
Y se ríen, se ríen. Pero ya llorarán, o eso espero.
EliminarLa ocurrencia es más que interesante, y provoca risas. Seguro que el niño lo tiene más claro que nosotros. A mi p.e., no me queda claro si el fallo está en que antes no se estudiaba ética en el colegio. En fin... Un abrazo, Amparo.
ResponderEliminarEstá claro que hay una falta de valores en el fondo de todo esto. Para ellos robar está bien visto, engañar también y despreciar a los ciudadanos se ha convertido en una costumbre. Es un asco, la verdad. Un abrazo.
EliminarLa corrupción es el mas inmisericorde de todos los males y ataca sin discriminacion.
ResponderEliminarHola Ricardo. La corrupción en España está alcanzando cotas inimaginables y la gente ya está harta. Sólo queremos políticos honrados.
Eliminar...y esto no tiene fin.
ResponderEliminarAyer otros 50 detenidos. Entre ellos varios alcaldes y un presidente de diputación.
¿Con qué nos sorprenderán hoy?
Esto no se acaba. El peligro es que al final la gente no ya no crea en los políticos sino en la propia democracia. Espero que reciban castigos ejemplares.
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