viernes, 10 de mayo de 2013

La riada


Corría el año 1970, más o menos. Era un día de otoño, oscuro y gris como un pellejo de rata. Hacíamos los ejercicios en silencio mientras la profesora ojeaba un libro. En aquellos tiempos que ya parecen lejanos, el colegio era únicamente para niñas, niñas que sólo podíamos llevar faldas - nunca pantalones-, y el pelo bien recogido en una cola de caballo, coletas o trenzas. Pero nada de pelos sueltos que pudiesen ocultar nuestros pícaros rostros adolescentes. 
Las palmeras del paseo danzaban al son de un viento enloquecido, mientras las primeras gotas de lluvia comenzaban a estrellarse contra los cristales. La profesora de francés miró hacia la ventana e hizo un mohín de desagrado. Llevaba una melenita rubia a la altura de los hombros, tenía una cara agradable y una suave voz cantarina. 
De repente, por el pasillo se oyeron pasos apresurados. La puerta del aula se abrió sin ni siquiera unos golpecitos previos o un discreto ¿se puede?. Aquello, sin duda, debía ser una emergencia en toda regla. Era la Mercedes, la profesora de matemáticas que, cuando llovía, siempre se ponía sobre sus zapatos unas fundas de plástico transparente que eran motivo constante de nuestras mofas. 
- Todas a casa, niñas - gritó desde la puerta-. Viene una riada. El río está a punto de desbordarse.
Era media mañana y todas las niñas cerramos nuestras libretas y nos levantamos de un brinco. 
- Y he dicho todas a casa, inmediatamente - volvió a repetir la Mercedes en medio del barullo que crecía como espuma sobre ola.
Cogimos las mochilas, las chaquetas y bajamos la escalera a trompicones, como jóvenes canguros escapados de la reserva. 
Estaba claro que no pensábamos ir a casa.  Sin excepción, nos fuimos todas directamente a ver el  río. 

6 comentarios:

  1. No recuerdo la riada del 70. Pero en la del 57 yo estudiaba en el Luís Vives y pasó algo muy parecido. Según íbamos llegando nos enteramos que se habían suspendido las clases.
    Y nos fuimos al río.
    Sí, los recuerdos son muy similares y los revives muy bien.
    Gracias.

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    1. Hola Elías. El rio no llegó a salirse, pero era un espectáculo formidable. ¿Cómo nos íbamos a ir a casa? Gracias por tu comentario.

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  2. Bien cierto que recuerdo ese día, fue complejo, nervios, miedo y a la vez ganas irresistibles de ver desarrollarse los hechos.
    El rio iba de parte a parte, sus aguas con fuertes corrientes y remolinos, presentaban un color embarrado que imponia respeto.
    eramos niñas y no veiamos tanto el peligro que podia suponer su desbordamiento.

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    1. te he contestado por mail, pero un placer leer tus comentarios. Como verás, tengo un blog bastante extenso en el que pongo todo mi cariño.

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  3. Hola, Amparo. Aunque sea tarde, paso por tu blog para agradecer tu visita al mío y tu comentario.

    Este relato tuyo me ha traído el recuerdo de una lejana riada que viví con 12 años en un pueblo de Gerona y que me impresionó por lo magnífica y terrible que fue. Son vivencias que quedan ahí, aparentemente olvidadas... hasta que un relato como el tuyo las reaviva.

    Un abrazo y hasta pronto.

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  4. Amiga, no me acuerdo de la riada del 70, sería que en mi cole no dieron ninguna alarma, aunque somos del mismo barrio, pero si que me acuerdo de la profesora Mercedes que conocí años más tarde, inolvidable, peculiar, fuera de serie...Oh!!! qué recuerdos acabas de resucitar.

    Besotes.

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